Al PRI le llegó la fecha de caducidad, como a los yogures

Al PRI le llegó la fecha de caducidad, como a los yogures

Entendida la palabra “misterio” como algo que no comprenderemos nunca, ya que si fuera comprensible dejaría de ser misteriosa, entender como el PRI tabasqueño quiere recuperar la confianza de los ciudadanos electores con los mismos actores y actrices políticos/as y con las mismas mañas, masculinas y femeninas, no lo comprende nadie. Con tantas encuestas y sondeos científicos es imposible que no sepan nada de lo que les ha pasado y porque la inmensa mayoría de la gente no quiere volver a saber nada de esa pandilla sin proyecto común y plagado d ambiciones personales ilegitimas, o injustificables, en la mayoría de los casos. Por eso no nos cabe en nuestra pequeña cabeza, por muchas vueltas que le demos como personajes, hombres y mujeres de triste memoria, todavía quieren hacernos creer que caminan las calles de Tabasco, que tocan las puertas de sus habitantes, que les escuchan y que les proponen. Suben dos o tres fotos a las redes sociales, rodeados de tres o cuatro miembros de una familia que ni saben quién es la persona que les pide posar, sonrientes y con el dedo gordo levantado en gesto de triunfo, para la cámara del “achichincle” a sueldo. Lo importante es sumar “evidencias” para documentar la aspiración a un cargo más elevado del que realmente se espera, para que al final reciban mucho más de lo que se merecen con una segunda o tercera posición en la carrera electoral. Al PRI se le reconocen antiguos méritos que se han diluido en la historia, pero sus militantes no terminan de comprender que un partido político vale tanto como su última recolección de votos. Ni más ni menos. En las dictaduras como Dios manda, aunque estén gobernadas por un demonio, todas las consultas populares se ganan “por abrumadora mayoría” que es lo que hacía el PRI. Quienes manejan las estadísticas únicamente tenían que mantener el escrúpulo de presentar el resultado sin que el número de los ciudadanos que habían acudido a las urnas no fuera notoriamente superior al de empadronados con derecho a voto. Las dictaduras, entendidas como remedios de urgencia, tienden a perpetuarse, pero también tienen fecha de caducidad, como los yogures. Es el caso de los tricolores.