JUCOPO: Cuando uno quiere los tres riñen y la “plurinominalidad” como patria

JUCOPO: Cuando uno quiere los tres riñen y la “plurinominalidad” como patria

Todos los espectadores del espectáculo de la Cámara de Diputados tabasqueña, entre los que hay verdaderos aficionados, creíamos que los asuntos se dirimían entre dos: PRD y PRI y que el resto de las formaciones allí representadas eran puro acompañamiento. Pero ¡Oh sorpresa! que para nuestra sorpresa apareció un tercer equipo en discordia, el PVEM, con su capitán Federico Madrazo a la cabeza, y entre tres han formado una encantadora pareja, como le propuso Groucho Marx a aquellas dos señoras estupendas. La rivalidad entre dos estaba muy vista porque el bipartidismo acaba en complicidad porque los dos necesitan llevarse todos los puntos o los votos. Sin dejar nada para los demás, que también juegan. A eso se reduce la larga intriga que ha llegado a ser mucho más intrigante en la zona baja de la Cámara, en donde hay varios que se jalan de los pelos pensando que no se fugaron a tiempo y quedaron fuera del presupuesto para independientes a sueldo que dependen del patrón. La opinión pública y la publicada, por una vez, coinciden en la indignación por el vergonzoso sainete que se acaba de comenzar a representar y del que se desconoce su destino final porque el PRI y Manuel Andrade van a impugnar la presidencia de la JUCOPO para el verde y las decisiones de los jueces son inciertas. Es decir que cabe un volver a empezar y un borrón y cuenta nueva. No sería nada de extrañar. ¿Qué partidos, embarrados hasta los agujetas de las botas, se salvarán del descredito? Lo de la cúspide está claro, será uno o será otro y la curiosidad se ha desplazado a los sótanos. Todo está dispuesto para que los seres humanos diputados tabasqueños por la gracia del “plurinominalismo”, siguiendo sus ancestrales hábitos, se golpeen hasta la saciedad mutuamente. Cuando uno quiere, dos riñen. Y si hay tres y los tres quieren pelea, pues está garantizado que la confección de las leyes para acotar nuestra convivencia, -que es para lo que les pagamos muy, pero muy bien, a los diputados-, pasa a un segundo plano. Sólo faltan algunos trámites que justifiquen el reinicio de las hostilidades pero no tarda. Cuando Jean Cocteau paseaba por París, entre niños que alborotaban las aceras les saludaba diciendo « ¡hola, muertecitos de la próxima guerra!». Cavan sus tumbas políticas, pero esta vez para siempre.