JUCOPO: Un duelo repleto de adrenalina, a la que son adictos

JUCOPO: Un duelo repleto de adrenalina, a la que son adictos

Lo que está ocurriendo en la Cámara de diputados tabasqueña es patético, y una buena muestra de la verdadera cara de los hombres y mujeres que nos representan. Con todo el respeto debido a nuestros legisladores hay que decirles que nos avergüenzan y que de seguir así la poca credibilidad que tenían se irá por el caño de la ignominia. La lucha a sangre y fuego por la presidencia de la JUCOPO levanta sospechas de cómo se ha manejado y también de cómo se pretende manejar y eso está a la vista, se pelean en público, desacatan sentencias los que reciben amenazas groseras y tratan con indignidad la Cámara legislativa, que debería ser un templo de la democracia en Tabasco. Hace falta ser muy brutos para llegar al acuerdo de no entenderse. La política de mala vecindad prospera cuando consideramos culpable al contiguo, pero es muy desagradable ver que el debate y la sana discrepancia se ha sustituido por la aplicación de un recetario de engaños, de trampas y zancadillas riquísimo, que no tienen caducidad y en el que se reconocen mimetizados todos los partidos políticos sin distinción de ideologías que brillan por su ausencia. Vemos con asombro e indignación que lo que discuten los diputados y diputadas es quien se queda con el presupuesto, en vez de regular nuestra convivencia con leyes como es su obligación. El asunto no es menos inoportuno que engorroso porque todo esto ocurre con el desempleo galopante y la miseria asomando la cabeza de los tabasqueños, con la inseguridad libre en nuestras calles a las que tenemos miedo de salir. Da miedo ir a un banco, no es conveniente lucir ningún objeto de oro, ni tampoco dejar ver ningún signo no ya de opulencia, sino siquiera de bienestar por terror a que nos lo arrebaten saliendo a la puerta de nuestras casas. Estas y otras muchas cosas feas nos pasan a los ciudadanos que sobrevivimos en días tristes y azarosos, mientras que nuestros diputados se encuentran metidos en un duelo que en el fondo les divierte porque es un juego cargado de adrenalina,- la droga más poderosa-, a la que son adictos.