Las brasas al rojo vivo

Las brasas al rojo vivo

Un gobernante en el ejercicio escrupuloso de su encargo debe y puede ser polémico; aparejado a las bondades de ser el líder supremo de una nación viene el innegable escrutinio de todos los sectores del orbe, para los más puristas estudiosos del poder, es una condición –la de ser sometido al ojo universal- que nutre y da rumbo a la gestión, a la detentación de éste.

Lo he dicho en anteriores entregas contextualizado quizá no de manera frontal, pero si hacia esa vertiente, en el caso del 45º Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump a fuerza de traspiés y de la presión imponente del salón oval y de encabezar el país más poderoso del mundo, se ha venido dando cuenta que la política no es un realty show, pero resalta la “peligrosidad” de su gestión en que el magnate con su ímpetu arrojado no declina en sus locuras ni en sus arengas; Trump como en muchas ocasiones lo hizo como empresario, abre varios frentes de batalla con la visión de que en cada uno tendrá rendimientos jugosos aunque el camino sea lento y escabroso.

Ahora el Presidente yanqui enfoca sus baterías para desarticular los pilares de la política de lucha contra el cambio climático establecida por Barack Obama, Trump con la firma de la orden ejecutiva que sienta las bases para ese fin pretende dilapidar un clamor global, que viene avanzando a paso de tortuga.

Trump con su filosofía nacionalista y populista del "América primero”, desata sin pensarlo y al parecer sin importarle, repercusiones que traspasan sus fronteras. La casa Blanca ha dicho ya que analiza con lupa su posición con respecto al futuro del Acuerdo de París, el pacto alcanzado por casi 200 naciones y ya ratificado por 141, cuya efectividad y eficacia descansa en que los EEUU, el segundo país que emite más gases de efecto invernadero, no cumple y empezara ya con el compromiso adoptado por Obama de reducir para el 2025 entre el 26% y el 28% de sus emisiones respecto a los niveles del 2005. El magnate soberbio y en plan hostil le declara la guerra al mundo entero.

A Donald la incertidumbre del futuro no le quita el sueño, ya que esta habido de obtener otra victoria que instale esa sensación de superioridad que sintió al derrotar a Hillary. Por lo que literal y formalmente ha decido poner las brasas al rojo vivo y reimpulsar las minas de carbón para “iniciar una revolución energética” a pesar y por encima del deterioro de la salud, ecosistemas y medio ambiente del mundo entero. Mr. Donald está urgido de respirar vientos de victoria, aunque ese oxigeno ennegrezca sus pulmones y atice el caldero destructivo del orbe.

En mi punto de vista, los ciudadanos y gobiernos del orbe tenemos en la figura de Jerry Brow, Gobernador de California y la veintena de estados que se han unido para en franca contrarrevolución dar la pelea jurídico – política a los errores colosales que Trump está cometiendo. El mundo y sus ecosistemas fincan sus esperanzas en la justicia universal, esa que impera en el andamiaje constitucional que rige la vida de los Estados Unidos, porque de prosperar el impulso a la producción energética con medios arcaicos y altamente contaminantes, los cambios bruscos de temperatura terminaran exterminando la vida. Para muestra el calor que se esta viviendo en esta región del país.