Las encuestas, Edomex y el futuro; un ensayo para las presidenciales

Las encuestas, Edomex y el futuro; un ensayo para las presidenciales

*Para el PRD se decide la hegemonía de Los Nezas o Los Chuchos

*El PRI obligado a ganar, aunque nada le garantiza el futuro

*AMLO arriba en las encuestas, falta que arranquen sus competidores

DECÍAMOS hace unos días que las elecciones del Estado de México son una especie de laboratorio de la contienda del 2018 por muchas razones. Citaba el caso de las encuestas que colocan a la candidata de Morena Delfina Gómez Álvarez en un empate técnico con los abanderados del PRI, Alfredo del Mazo, y del PAN, Josefina Vázquez Mota. Compiten allí de manera adelantada las fuerzas que se enfrentarán en las presidenciales: el poder de Enrique Peña Nieto, las alianzas internas del PAN y el activismo de López Obrador.

También le comentaba que los perredistas de todo el país, y especialmente los grupos que buscan la hegemonía en la dirigencia nacional, observan con interés el resultado de la pugna Nueva Izquierda (NI) de Los Chuchos, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, contra la corriente creciente Alternativa Democrática Nacional (ADN) de Héctor Bautista.

De lo que resulte en Edomex será determinante para la correlación de fuerzas de estos grupos. Hasta ahora el grupo de Los Chuchos mantiene el predominio en un largo proceso iniciado desde que los antiguos integrantes del Partido Socialista de los Trabajadores se sumaron a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988.

La consolidación de la fracción de Ortega Martínez tuvo un impulso en 1996 cuando llegó a la dirigencia nacional solaztequista como secretario general, siendo López Obrador nuevo presidente de ese partido. Tres años después, en 1999, formalizó la integración de Nueva Izquierda. Desde entonces ha sido la corriente más influyente. Sin embargo, después de las elecciones federales del 2012 comenzó un reacomodo en su partido, a la salida de AMLO para fundar Morena.

Fue entonces cuando se abrió la oportunidad para Héctor Bautista López, quien venía del Partido Mexicano de los Trabajadores y del Partido Mexicano Socialista, otra vertiente de los fundadores del PRD. En el 2000 fue electo presidente municipal de Ciudad Nezahualcóyotl y tres años después promovió una nueva corriente en el solaztequismo, ADN. Dicen sus adversarios que es un “negociador en las sombras”, porque lo mismo concilia con el PRI que con Morena. Aunque durante un tiempo se acercó al PAN, en fechas recientes se unió a los grupos que rechazaron la alianza con ese partido en Puebla, Oaxaca y Veracruz.

Su más reciente movimiento en el tablero perredista fue evitar una coalición con el PAN en Edomex, dejar fuera al aspirante apoyado por Los Chuchos y lograr el registro de Juan Zepeda para la gubernatura por el PRD.

UNA DIFÍCIL POSICIÓN

PARA EL PRI Edomex representa especialmente un reto porque necesita estratégicamente ganar esas elecciones. Está visto que obtener la gubernatura no significa para el tricolor asegurar la Presidencia –como sucedió en 1999 y 2005 cuando ganó Edomex pero al año siguiente perdió la contienda nacional-, pero una derrota tendría implicaciones catastróficas. De la misma forma, para los jefes de campaña priista resulta determinante quién quede en segundo sitio. Sin duda que preferían tener en ese escalón al PAN y no a Morena. Un eventual tercer sitio para el tricolor no está descartado y sería doblemente una catástrofe para ese instituto.

Sin embargo, volvamos al tema de las encuestas porque será un asunto de polémica en los próximos meses.

Así como los sondeos colocan a la abanderada de Morena en un lugar de excepción, lo mismo sucede con López Obrador. Esto ha hecho que prácticamente se asuma que ahora sí para AMLO “la tercera es la vencida”.

Primero veremos este mes de junio por el caso Edomex si las encuestas y las campañas van de la mano; si son usadas como propaganda únicamente o por fin nos sirven como instrumento de medición de tendencias no inducidas (aunque en sentido estricto todas las tendencias públicas son herramientas de inducción). Habrá que comparar los resultados en las urnas mexiquense con lo que los sondeos difundidos nos digan en estos días.

Con respecto a AMLO, bueno sería para sus simpatizantes y para los militantes de Morena no poner todos los huevos en la canasta de las actuales encuestas y del llamado “Efecto Obrador”. Si bien este último ha existido en los comicios realizados desde el 2000 hasta antes del 2015, en las votaciones intermedias se pudo observar que no necesariamente la aceptación del jefe morenista pasa a sus candidatos de manera automática. Lo que ha sucedido en las asambleas de las firmas del Pacto de Unidad obradorista debe, por lo menos, encender señales de alerta en el cuartel de El Peje. Hay una debilidad que aprovecharán sus adversarios.

Con respecto a las encuestas puede anticiparse que sucederá lo que en otras ocasiones: habrá sondeos cuyo único fin sea descarrilar el tren obradorista. Son parte del arsenal de las campañas. Pero hay otros aspectos.

ARRIBA, PERO NO TANTO

EN EFECTO: las campañas no han comenzado formalmente y en la actualidad es López Obrador el único candidato o pre candidato visible, cuya nominación no está en duda en Morena. Este sólo hecho, y el que sea el más conocido, juega a su favor. En cambio PRI, PAN y PRD todavía tienen que pasar por un proceso interno que determinará si llegan con abanderados que unifiquen o que dividan. Claro que como partidos, al PAN y al PRI les va muy mal en la percepción pública. Sobre al tricolor que carga con los negativos de la administración de Peña Nieto y uno de los impactos más recientes ocurrió con los llamados gasolinazos.

Vale recordar que en el 2006, López Obrador tenía un promedio de 35-37 por ciento de las preferencias al inicio de ese año, en tanto que el promedio de Calderón (PAN) y Roberto Madrazo (PRI) estaba 10 puntos abajo, entre 25-27 por ciento. El panista logró remontar (si se quiere con los usos y abusos del poder) para llegar a las urnas casi empatado con su principal contendiente.

En el 2012 el panorama fue distinto. AMLO tuvo que remontar una intensa contra campaña, además de la ruptura que ya se veía venir en el PRD. Pocos días antes de las elecciones el promedio de las encuestas le daba un margen de ventaja de más de 15 puntos a su adversario Peña Nieto del PRI (en el supuesto que los resultados que daban seis firmas fueran más o menos creíbles). Entonces sucedió lo contrario al 2006, fue López Obrador quien consiguió cerrar la brecha en unos siete puntos pero no suficientes para alcanzar y rebasar su adversario.

Cada elección ofrece circunstancias distintas.

(vmsamano@yahoo.com.mx)