Las penas con PAN son regulares: corrientes y democracia olvidada

Las penas con PAN son regulares: corrientes y democracia olvidada


*Un partido enfrentado a sí mismo; el poder, democracia menguante

*La herencia maderista: sufragio efectivo, no reelección sepultada

*Indignación frente a la impunidad; asesinato de comunicadores


EN LA RUTA al poder, el PAN olvidó la brega democrática. ¿Perder el partido? “Brega de eternidad”, la había llamado don Manuel Gómez Morín, fundador de Acción Nacional en 1939, para referir la necesidad de apertura democrática del régimen emanado de la Revolución Mexicana. Es cierto que también se le ubica en el extremo opuesto del movimiento social, pero no se puede regatear su aportación en varias latitudes a combatir el autoritarismo. Hubo y hay de todo.

Por registro histórico, el PAN es el partido más longevo. Recordemos que su par ha cambiado de siglas del PRM, a PNR y al PRI. La querencia blanquiazul no fue el poder descarnado, sino la consigna maderista: democracia con “sufragio efectivo, no reelección”. Extraña consigna surgida como esperanza institucional para una zona (el bajío mexicano) que padeció la “guerra de los cristeros” o Cristiada, en los años 20s y 30s del siglo XX. Los caudillos del régimen no toleraban disensos. Aunque también en la otra trinchera se cultivaron fanatismos.

De cualquier modo, pese al ímpetu renovador de Gómez Morín, no fue mezcla afortunada el conservadurismo religioso y el anhelo democrático. Desde su fundación, el PAN no ha podido resolver esa contradicción que complica su identidad política en la boleta electoral.

En un comentario anterior me referí a algunos aspectos del partido tricolor (PRI), que el 4 de marzo cumplió 88 años. Hagamos ahora un acercamiento al PAN, de cara a nivel nacional con rumbo al 2018: ¿Qué ofrece, luego de perder su gran oportunidad en Los Pinos, por dos sexenios consecutivos?, ¿cómo procesará sus diferencias internas?, ¿qué corrientes panistas se apuntan para la batalla final por la nominación del candidato presidencial?, ¿hay élites y bases panistas en consonancia ideológica, o se trata de un Plan B de la clase empresarial mexicana? El PRIAN le llaman sus adversarios en el lopezobradorismo.

  

TRABAJOS DE AMOR PERDIDOS

LA TRANSICIÓN democrática (1988-2000) puso al PAN en la ruta del poder, cuando todo parecía que la izquierda mexicana llegaba antes a Los Pinos. Sobre todo, después de la elección presidencial de 1988 con Cuauhtémoc Cárdenas y el Frente Democrático Nacional (FDN), que derivó en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), hoy debatiéndose por pugnas internas y sus emblemáticos fundadores fuera de ese instituto.

La izquierda había arrebatado banderas sociales y discurso transformador al PRI encabezado por tecnócratas de poca visión política, ensimismados en la macroeconomía. El viraje fue la negociación política, que premió al PAN y castigó al PRD. Más de 350 militantes perredistas asesinados entre 1991 y 1994, son un dato escalofriante y significativo de la negociación que no fue; mientras que los espacios políticos que ocupaba el PAN eran fruto de la negociación que sí fue y que se nombró ‘concertacesión’. Lo que quizás no ganaba el PAN en las urnas, se le otorgaba con decisiones jurídicas cuestionables. Carlos Salinas fue el gran elector, con Diego Fernández de Cevallos (ducho abogado) en estratégico segundo plano. La justicia no aparecía en votos, todavía, sino en las mesas de diálogo. El PRI no se resignaba a perder en las urnas.

Llegaron gubernaturas panistas, la primera en 1989 (Baja California Sur, Ernesto Ruffo Appel) con Luis Donaldo Colosio como dirigente nacional del PRI que apechugó las explicaciones de la derrota; llegaron ayuntamientos de alto porcentaje demográfico, sobre todo en el norte y centro del país: Tijuana, Matamoros, Ciudad Juárez, Monterrey, Guadalajara, León, Querétaro. El PAN avanzaba, se fortalecía con posiciones de poder, pero no adelantaba en su brega democrática.

Para encumbrar al PAN como plan B de las élites financieras y empresariales en México vino: el fenómeno Fox 2000, de la gerencia de Coca Cola a Los Pinos; 2006, con Felipe Calderón y apenas medio punto porcentual arriba de AMLO (250 mil sufragios, diferencia oficial). Triunfos,  no resultados; democracia aplicada en sentido técnico, pero no cultura democrática. El PAN no cambió las formas del poder: las formas del poder cambiaron al PAN. Se dijo: hubo alternancia sin alternativa.             

PAN HOY: ACORRIENTADOS

Las corrientes en el PAN son más numerosas ahora que en tiempos sexenales de gobierno. Hay un panismo empresarial del norte, del cual todavía se agarra Gustavo A. Madero; hay un panismo doctrinal y pragmático, que viene de Carlos Castillo Peraza y Diego Fernández de Cevallos. Hay un panismo empecinado, representado por Santiago Creel. Pero ninguna de estas corrientes tiene la fuerza de sus dos expresidentes, Fox y Calderón, que juegan sus cartas con desenfado en la política real  y en la opinión pública. Ambos rompieron una regla tácita de los expresidentes, al intervenir con frecuencia en la vida pública con declaraciones polémicas en temas delicados.

Para el 2018, Margarita Zavala aparece como el proyecto de Calderón y Ricardo Anaya como proyecto de Fox. Una lucha en dos tiempos: primero por el método de elección (delegados nacionales, o encuesta) y segundo, por el perfil del proyecto de nación (o de acción). Hay una tendencia panista que escapa de la camisa conservadora: quiere liberalidad en cuestiones que tradicionalmente se tocan en vena espiritual: aborto, matrimonios del mismo sexo, derechos humanos, función del ejército en la vida pública.

Zavala y Anaya se verán las caras, con Calderón y Fox en las sombras. Esto deja a Rafael Moreno Valle (gobernador de Puebla) en orfandad de padrino político. Lo mismo pasa con Miguel Ángel Yunes, que pide una oportunidad pero heredó en Veracruz una bomba de tiempo. El PAN peleará Los Pinos, pero no para democratizar el poder. Ya no es su brega. Salvo que las bases se amplíen y revitalicen la cara B del sistema.

AL MARGEN

MÉXICO ocupa el lugar 58 de 59 países en el Índice Global de Impunidad 2015, de acuerdo a un reporte dado a conocer el año pasado por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP). No extraña, entonces, que nuestro país se haya convertido en uno de los más peligrosos para los periodistas. Esta dramática realidad alimenta la indignación. El fin de semana, cientos de periodistas y ciudadanos solidarios tomaron  diversas tribunas para manifestarse contra el reciente asesinato de la periodista Miroslava Breach, en Chihuahua. El tercer crimen en un mes. (vmsamano@yahoo.com.mx)