Los enigmas del poder: Colosio, 23 años; una bala que alcanzó el corazón del sistema

Los enigmas del poder: Colosio, 23 años; una bala que alcanzó el corazón del sistema

* Lomas Taurinas: torceduras de la historia, fragilidad humana

*Pobre de México, pobres de nosotros, dijo entonces Ruiz Massieu

 *La descomposición de la vida pública, miradas contradictorias

Víctor M. Sámano Labastida

LE COMENTÉ en la entrega anterior algo sobre las corrientes que bullen al interior del Partido Revolucionario Institucional. Otros elementos se añadieron con las derrotas electorales. Es un sistema que se fue desmontando poco a poco y los priistas saben que necesitan un cambio de fondo. No está claro hacia dónde. Un crimen se convirtió en el parteaguas de los nuevos desafíos del tricolor.

Se cumplen 23 años de la muerte de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, asesinado el miércoles 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, Tijuana, al final de un mitin en zona que era una boca de lobo. La fecha simboliza el abrupto final de un sistema político y es razón suficiente para escribir sobre la trágica figura de Colosio. Aunque mucha tinta haya corrido en ese río de sangre.

La tercera fiscalía especial del caso Colosio declaró a Mario Aburto Martínez  asesino en solitario. Fueron 20 mil hojas de expediente y 300 pistas agotadas. 23 años después, los enigmas del asesinato de Colosio siguen presentes.  En este espacio comenté el caso de la suplantación del presunto culpable conforme a testimonios fidedignos.

UNA PERSONALIDAD IDEALIZADA    

EL SONORENSE Colosio se decía “hijo de la cultura del esfuerzo”. Fue legislador, presidente del PRI y el secretario de Sedesol que ejecutó Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), el favorito de Carlos Salinas. Era un político mimado por el sistema. Con su trágica muerte llegó lo que un estudioso denominó el efecto ‘Pedro Infante’: políticos y ciudadanos encontraron numerosas virtudes en él. Virtudes que todavía se discuten, aunque sin duda para muchos es un referente del que se enorgullecen. Se respeta y entiende. Colosio fue un político frágil, arropado por el proyecto salinista que veía la continuidad en él. De cualquier modo, su muerte conmocionó al país, resquebrajó el sentido de convivencia política y generó una espiral de degradación de la vida pública.  

Luis Donaldo pertenecía al grupo de tecnócratas que de la mano de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas ocuparon puestos prominentes en el gobierno. Una corriente lo enarbola como el último eslabón del político-político. Fue economista por el ITESM, maestro por la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos y una estancia en Austria. Los otros cercanos a Salinas también tuvieron una carrera ascendente: Ernesto Zedillo, Manuel Camacho, Pedro Aspe, Jaime Serra, Emilio Gamboa, Guillermo Ortiz, Luis Téllez, Agustín Carstens.

Fue paradójico que en la recta final por la candidatura priista a la presidencia (noviembre de 1993) un rejuvenecido Fidel Velázquez desde la CTM enfatizara al envejecido Salinas: “Nos leyó el pensamiento, señor Presidente”. Camacho Solís no cubrió las formas de subordinación priista al dedazo, Aspe se quedó en Hacienda y Zedillo fue nombrado coordinador  de la campaña de Colosio. En el PRI festejaban la aprobación del Tratado de Libre Comercio con EEUU y Canadá. “México entra en el Primer Mundo”, dijo Salinas. No llegó el Primer Mundo, sino el EZLN en Chiapas. Y Salinas se hizo bolas. Había ignorado el México profundo.

   

SISTEMA DE LOS ENIGMAS

LA POLÍTICA es también el arte de la intriga que atraviesa el tiempo. La tragedia de Colosio está plagada de enigmas. Enfrentado a Salinas por un discurso de tono enérgico, el 6 de marzo de 1994, y reconciliado con Camacho (entonces Comisionado por la Paz en Chiapas), Colosio quizás despegaba hacia su propia órbita política cuando la bala de un Aburto lo alcanzó. En la sombra quién armó el magnicidio. Zedillo, coordinador de campaña, no había viajado a la gira por el norte. Analistas de peso (Carlos Monsiváis, Lorenzo Meyer, Enrique Krauze, Roger Bartra) plantearon que “la turbulencia política en el PRI” era una pista significativa. La fiscalía especial la desechó.

La única inserción pagada que publicó el semanario Proceso en su edición de la muerte de Colosio, la firmó José Francisco Ruiz Massieu y terminaba así: “Pobre de Colosio. Pobre de mí. Pobre de todos nosotros”. Oscura profecía. Esas palabras cobraron sentido cuando en septiembre de 1994 fue asesinado José Francisco, a la sazón operador político del Presidente electo Ernesto Zedillo, pues iba a ser el coordinador del PRI en el Congreso. Una crónica de Proceso firmada por Elías Chávez reseñó un duro encuentro Salinas-Zedillo, en el hospital donde se declaró muerto a Ruiz Massieu: “¡Así no quiero ser Presidente!”, ¿qué saben Zedillo y Salinas?,

Para completar el cuadro, Mario Ruiz Massieu renunció a investigar el asesinato de su hermano (fue nombrado fiscal especial por Salinas, contraviniendo la ley) y declaró en noviembre de 1994: “Los demonios andan sueltos”. Casi un año después, Mario se suicidaba (versión oficial) en los Estados Unidos, mientras se le seguía juicio por no declarar la propiedad de un portafolio con un millón de dólares (versión oficial).     

SON DE LA DESCOMPOSICIÓN 

QUIZÁ la descomposición de la vida pública del país comenzó con el asesinato de Colosio. Hay quienes piensan, desde la derecha, que el estallido en Chiapas (enero de 1994) provocó la descomposición que luego se paseó por ese año tenso. Hay quienes dicen, desde la izquierda, que la descomposición comienza en las elecciones presidenciales de 1988, con la caída del sistema electoral que controlaba entonces Gobernación. Otros hablan, desde el ángulo económico, de la crisis de 1982 dejada como herencia por López Portillo defendiendo el peso como canino. La devaluación del peso (500%) y la nacionalización de la banca se combinaron para triturar el régimen emanado de la Revolución y colocar a la clase empresarial en la ruta del poder: desde el PRI vía tecnócratas, y desde el PAN vía del denominado neopanismo empresarial. Desde el ángulo político-cultural, muchos sitúan la descomposición del país en la represión a estudiantes de octubre de 1968 (Tlatelolco).

La muerte de Colosio decretó un ‘todo puede pasar en este país’. Las apuestas se dispararon. Su asesinato certifica la descomposición de la política.

¿Y el asesino solitario? periodistas como Héctor Aguilar Camín,  Sergio Sarmiento y Raymundo Riva Palacio avalan esa hipótesis. El asesino solitario nos hablaría del sinsentido del mundo y el capricho humano que genera caos. La otra versión, la de un crimen de Estado, es igualmente preocupante.

AL MARGEN

EN EL DÍA Mundial del Agua una advertencia: que con el agua no le ocurra a Tabasco lo que con el petróleo. (vmsamano@yahoo.com.mx)