El mexicano, lobo del mexicano

Y nuestra historia del siglo XIX está cuajada de rebeliones y de guerras intestinas...

Desde nuestros orígenes como mexicanos, nos hemos dado en la torre entre nosotros mismos. Y hoy seguimos haciendo lo mismo, con fervor y con ahínco. Plagada está nuestra historia de traiciones y crímenes políticos: Hidalgo fue fusilado, Morelos también. Iturbide, quien consolidara la independencia, de acuerdo con Vicente Guerrero, fue fusilado. Vicente Guerrero, también.

Zapata y Villa fueron acribillados a traición en una emboscada, al igual que Carranza; Obregón fue acribillado a tiros mientras comía en La Bombilla. Felipe Carrillo Puerto fue fusilado por gobernar para el pueblo y afectar al monopolio henequenero gringo, la International Harvester. El senador Fields Jurado fue acribillado en la calle Tabasco de la ciudad de México por los esbirros de Luis N. Morones, por oponerse a Obregón y su Tratado de Bucareli. Y la ola de crímenes llegó hasta nuestros días con el de Luis Donaldo Colosio y de Manuel J. Clouthier a quien “accidentaron”. Igual “accidentaron” a Carlos Alberto Madrazo.

Y nuestra historia del siglo XIX está cuajada de rebeliones y de guerras intestinas: yorquinos contra escoceses, republicanos contra monárquicos, centralistas contra federalistas, liberales contra conservadores, etc., etc., y más etc. Igual el siglo XX, con la revolución, está plagado de rebeliones, cuartelazos y levantamientos armados.

A ese todo fracturado que era México en el siglo XIX, lo aprovecharon potencias extranjeras como Estados Unidos y Francia para invadir a aquel México que se seguía dando en la madre: como buitres esas potencias veían a aquel México como una carroña. Y los principales carroñeros hasta hoy han sido los gringos: hoy quieren nuestro petróleo y nuestro litio, por eso Andrés Manuel no les simpatiza.

Quien le puso orden por treinta años a aquel México, hecho pedazos, dividido y endeudado, fue don Porfirio Díaz. Logró sumar para si a caciques, caudillos y jefes regionales: les dio concesiones de negocios, tierras y gubernaturas casi vitalicias y se hizo compadres de algunos. A las potencias europeas y a los Estados Unidos les abrió las puertas para sus inversiones y evitar más invasiones militares. Un hombre de negocios gringo afirmó entonces que ya no convenía invadir a México con ejércitos sino con inversiones: México no tenía en esos días capitales propios para impulsar el crecimiento económico.

Pero vino Madero, “el apóstol de la democracia” y alborotó el avispero. “Madero ha soltado un tigre en México, a ver quién lo encierra”, dijo don Porfirio cuando se iba al exilio. Y ese tigre traicionó a Madero y lo asesinó, junto con Pino Suárez. La llamada revolución mexicana costó dos millones de muertos que, a la larga culminó con la creación de una reducida élite de multimillonarios que aparecen hoy en la revista FORBES y en la multiplicación de millones de mexicanos en la miseria.

Pero a lo que vamos con estas reflexiones es que el canibalismo persiste hasta hoy; sistemáticamente la oposición le dice que NO a todo lo que hace el gobierno de la 4T: al tren Maya, a la reforma energética y de la electricidad, a los libros de texto gratuito, a la creación y construcción de refinerías, a la construcción de un aeropuerto que no fuera dentro del Lago de Texcoco. Con la complicidad de los magistrados de la corte libera delincuentes de manera sistemática, resolvió en tres días la petición de los gobernadores que, sin haberlos leído, prohibieron los libros de texto gratuitos en su Estado. Y mientras tanto, la misma corte tiene archivados por meses, casos penales como el de Salinas Pliego que debe más de 30 mil millones de pesos al fisco y etc., etc., etc. La oposición le apuesta a la fractura y a un golpe de estado.

La derecha en México cree que ser de oposición es llevarle la contraria en todo a AMLO y a su gobierno de la 4T. Ojalá y esa derecha, como oposición, fuera propositiva, propusiera un plan de gobierno, un proyecto de Nación mejor que el de la 4T. Lo único que propone son mentadas, insultos, calumnias, descalificaciones y amenazas llenas de odio: para eso cuenta con Xóchitl. Porfirio Díaz dijo en una ocasión: “En Estados Unidos la democracia funciona porque, una vez que es electo un presidente, todos lo apoyan. En México, todos se suman, de inmediato, para quitarlo”.

Hoy los mexicanos nos seguimos matando unos contra otros, hoy México es una carnicería, mientras los dirigentes gringos, de plácemes y una sonrisa en la boca, se soban las manos llenas de ambición. El presidente Woodrow Wilson, en los años de la revolución mexicana dijo: “Los mexicanos son así. Ellos se encargan de matar por la espalda a sus valientes, lo llevan en la sangre, son traidores y cobardes, sólo les interesa cuidar el plato de frijoles y el aguardiente que beben. Ellos mismos matarán a su Zapata y a su Villa”. Y con el mismo odio y racismo contra los mexicanos, agregó: “los conocemos de sobra, les gusta ser nuestros sirvientes. Esperemos un poco, ellos se matarán entre ellos, no saben pelear con honor y menos vivir libres. Nacieron prietos y esclavos, nacieron nuestros”, concluyó Wilson. Le faltó agregar: y también el petróleo y el litio de México será nuestro. (Profesor e investigador universitario)