¿Pactos en la sombra?: Yarrington y Duarte, temporada de caza electoral

¿Pactos en la sombra?: Yarrington y Duarte, temporada de caza electoral

* Expedientes en curso, extradiciones inminentes; espectáculo y ley

* Política y delito en México, el amafiamiento contra las instituciones

* Se retiran aspirantes a dirigir el tricolor; De la Torre, contra el tiempo

LE COMENTÉ  en la entrega anterior sobre la “generación perdida” de políticos que se han convertido en el (mal) ejemplo de corrupción, arbitrariedad y cinismo. También de la explicable incredulidad de la población en torno a las motivaciones de justicia de las más recientes capturas. Sin embargo la otra cara de la moneda es inevitable: si hay tantas dudas en torno a la PGR y el gobierno de Peña Nieto, ¿es preferible que signa prófugos?

Abril ha sacudido el escenario político/judicial mexicano. El domingo 9 en Italia, fue detenido el exgobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba, luego de tres años fuera del radar y con orden de aprehensión por delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. En noviembre de 2016, la PGR ofreció una recompensa de 15 millones de pesos por la captura de Yarrington, y en diciembre el PRI lo expulsó de sus filas. Ante cualquier tormenta, se desmarcaron del inculpado que gobernó Tamaulipas de 1999 a 2004, acusado de recibir sobornos del cártel del Golfo y los Zetas. La criminalidad en Tamaulipas alcanzó el primer lugar nacional  en la época de Yarrington y ahí se mantiene.

El sábado 15 en Guatemala, fue detenido el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte (también la PGR ofrecía una recompensa de 15 millones), por delitos gemelos a los de Yarrington y un añadido: “negar recursos económicos para el buen funcionamiento electoral de Veracruz” (orden de aprehensión, 8 de marzo 2017). Duarte, que acumuló vía prestanombres diversas propiedades en el extranjero, dejó una deuda pública de 48 mil millones de pesos, no terminó su mandato y escapó de la justicia por 186 días, de manera inverosímil, puesto que sus pasos eran seguidos por la PGR. Fue expulsado del PRI y varios de sus colaboradores enfrentan procesos penales.                                   

EXTRADICIONES Y TIEMPOS POLÍTICOS

SEGÚN crónicas periodísticas, “Tomás Yarrington parecía un don nadie en Italia”. El político tamaulipeco era discreto. Incluso “presentó una licencia de conducir con nombre falso para eludir la detención”. La interpol no picó. También, los reportes consignan que “la mafia calabresa estaba a su lado”. Calabria, como Sicilia, son islas del crimen organizado en Italia. En lenguaje mafioso: no se entiende cómo y por qué terminó la protección. Hay dos fotos de Yarrington, mirada cansada y vidriosa, a la espera del proceso de extradición. Ha dicho que no quiere regresar a México y esto lo analizarán las autoridades italianas. La extradición puede llevar algún tiempo: de 3 a 6 meses.

Dato significativo: a Yarrington lo comenzaron a investigar en EEUU, por lavado de dinero y un fraude por mil 475 millones de dólares. Su expediente pasó a México, por vías oficiales. En Tamaulipas también fue diputado federal por el PRI (1991-1992): ¿por qué se tuvo que esperar la intervención estadounidense para actuar?

En el caso de Duarte, su extradición parece más sencilla, con una petición oficial que México debe hacer a Guatemala explicando las causas legales concretas. Las fotografías de Duarte detenido, llaman poderosamente la atención: ojos saltones, sonrisa desquiciada. Un hombre que ha perdido su centro. Se nota un gran desgaste psicológico en este político acorralado, que se convirtió en otro de los dolores de cabeza de Enrique Peña Nieto.

No puede obviarse el tiempo político de estas detenciones: el PRI enfrenta los porcentajes electorales más bajos, tanto en encuestas como en las urnas. Perdió eficacia electoral y gubernamental, y la batalla en la opinión pública. Pierde todas. Visto el cruel escenario, recurre a un lavado drástico de imagen. Quizás el PRI junto con Peña comienzan a caminar en la cuerda floja: mostrar que puede y quiere cambiar la corrupción ancestral. Los detenidos, parte distinguida del engranaje tricolor, tendrán mucho qué decir aunque en las sombras. Ni al PRI, ni a Peña, le interesa hacer públicos los alegatos, como sucedió con Elba Esther Gordillo.        

Comienzan a colgarse las medallas. En Veracruz, el gobernador Miguel Ángel Yunes está de fiesta. Su comunicado de prensa es previsible: de pronto, la justicia mexicana es lo máximo. Se siente cerca de cumplir la promesa electoral de meter a Duarte en la cárcel. No será fácil comprobar los nexos de Duarte y Yarrington con el crimen organizado, a pesar del corredor criminal en el Golfo de México.

La PGR se autoelogia; el PRI, se presenta decidido a combatir la corrupción. La temporada electoral como detonante de la acción judicial (“Duarte es un chivo expiatorio”, declaró López Obrador) es una hipótesis que tendrá que medirse con todo lo que se haga público en torno a los exgobernadores en capilla. La ética lo demanda, más allá de los relojes políticos.

ASPIRANTE ÚNICO O DE UNIDAD

SIN PARTIDO no hay candidato, sin estructura resulta casi imposible ganar elecciones. Los que eligen la vía independiente consideran que sí es posible dar un vuelco a la tradición de los votantes en el país. Hasta ahora el éxito de las candidaturas sin  partido es muy limitada. En México siguen siendo los partidos el mecanismo más eficaz, y con mayores apoyos legales, en la lucha por el poder. Esto explica que el PRI en Tabasco busque, o deba buscar, la recomposición de sus fuerzas; de lo contrario, el 2018 no sería muy esperanzador para el tricolor.

Veremos si la unidad anunciada por los priistas en el registro del candidato único a la dirigencia estatal, Gustavo de la Torre Zurita, es real. Aunque varios aspirantes decidieron finalmente no participar en un proceso interno, es posible que lo saludable para ese partido –como para cualquier otro- fuera promover el debate, la discusión, la comparación de propuestas.

No se puede ignorar que en las más recientes contiendas internas sólo se ha avivado el conflicto. De la competencia real han salido divididos. No quisieron arriesgar. Menos ahora que localmente no tienen un liderazgo que los conjunte y discipline.

No es tiempo de candidaturas, afirmó De la Torre ante la obligada pregunta de si es una avanzada de la diputada Georgina Trujillo, aspirante a la gubernatura en el 2018. El nuevo jefe del priismo local tiene poco, muy poco tiempo, para reagrupar las fuerzas dispersas de un partido que por primera vez perdió la entidad en 2012. (vmsamano@yahoo.com.mx)