PRI Tabasqueño: Desoír al rebaño puede llevar a la ruina de los pastores.

PRI Tabasqueño: Desoír al rebaño puede llevar a la ruina de los pastores.

Se han portado tan, pero tan bien, los militantes priistas durante el “generalato” de Miguel Valdivia que el CEN ha decidido prolongar el periodo de su liderazgo de “gelatina temblorosa”. La imposición de Valdivia tenía sentido para “quemarle” con los ataques inmisericordes que se esperaban contra cualquiera que ocupara la dirigencia,  dejando a salvo a quien le sucediera, mientras que llegarán los tiempos en que fuera necesario un liderazgo claro a favor de un candidato/a al gobierno del estado. Pero Miguel Valdivia ha logrado enredarlo todo de tal manera que se parece al “perro del hortelano”, que ni come ni deja comer. Se hunde cada vez más en el barro y no deja crecer a un priismo que se encuentra en estado catatónico, al borde del colapso. Crece su cuenta corriente alimentada desde las más oscuras cavernas del poder, eso sí, lo que le tiene garantizada la deshonra política de por vida, eso también. Pero ya se sabe lo que dice el refrán, al que hay que acudir para explicar las cosas inexplicables como está: “ande yo caliente y ríase la gente”. Su última comparecencia ante la opinión pública demuestra que cuando la gente gana dinero, también pierde la educación y la ética. A lo mejor es que nunca ha tenido estas virtudes y desconoce por tanto su significado y por eso no añora tener un patrimonio político que heredar. La gente cada vez lleva peor que le roben. A pesar de tantos atracos no acaba de acostumbrarse a que le quiten lo que es suyo. Se muestra sumamente incómoda cuando le dicen “¡manos arriba!” ya que temen que se le caigan los pantalones. Ha tenido que apretarse tantas veces el cinturón que se ha quedado en calzoncillos y sabe que aunque el dinero no haga la felicidad de quienes lo tienen no debe de hacer siempre la desgracia de los que no lo han visto. El CEN ya maneja la desaparición del CDE tabasqueño para nombrar una gestora. Y la militancia priista aguanta lo que le echen, menos que le echen de su casa. Su caudal de paciencia, que es el único que tienen, se acabará en semanas, no más. Desoír al rebaño puede llevar a la ruina de los pastores. Llevan razón los que opinan que las puertas del PRI deben estar abiertas. Más que nada para evitar aglomeraciones a la salida.