¿Quién podrá ayudarnos?

Un remolino catastrófico se cierne sobre nuestro país, al menos desde el punto de vista de nuestros gobernantes y políticos.

Un remolino catastrófico se cierne sobre nuestro país, al menos desde el punto de vista de nuestros gobernantes y políticos.

Los que están en el poder hacen de todo y con todo para seguir detentando la estafeta en la ruta sucesoria, y los que son oposición también torpedean a diario con números, estadísticas y comparativos el ejercicio presente, con promesas y fórmulas mágicas buscan vehementemente instalarse en la silla decisoria y desde allí cambiar el rumbo y modelo de nuestro país; eso si todos coinciden en algo: ninguno de ellos está capacitado para gobernar, es la acusación mutua y con guion parecido.

En medio de esa “guerra sin cuartel” está el pueblo, los ciudadanos, y muchas veces los políticos logran subirlos al ring y logran enfrentamientos entre vecinos, paisanos y familias.

Se dice que la democracia es el menos malo de los sistemas conocidos de gobierno, ¡dios nos libre de caer en el más malo! Sería una hecatombe fulminante.

Con noticias cotidianas de aumento en índice inflacionario, caída de los precios del petróleo, fluctuación sin equilibrio en los precios de los combustibles, aumento de las tarifas de energía eléctrica, inseguridad con aumento en los delitos del orden doloso e incremento en las adicciones y delitos de trata y la prostitución, alargamiento de los periodos de sequía y con ello crisis en el campo y la ganadería, en la producción forestal, en la pesca, en la industria, en la inversión pública y privada, debilitamiento de los servicios de salud por el incremento de enfermedades crónico degenerativas, proliferación de la deserción escolar por la débil economía del hogar y por alzas alarmantes en la desintegración familiar, denuncias de subejercicios o manejos dudosos de los recursos públicos y peor aún presentación de dictámenes que resaltan pérdidas o no solvataciones con cantidades exorbitantes que rayan en los miles de millones.

 Por lo que desde mi Punto de Vista todas esas realidades son una muestra inequívoca de que la gestión pública sea del color que sea, ha quedado a deber primero que nada en la conformación de un modelo integral de corresponsabilidad ciudadana, donde en verdad el pueblo participe de la conducción y avance hacia el bienestar colectivo, y segundo que ante los altos costos que significa nuestro modelo electoral democrático se erijan hombres y mujeres dedicados al quehacer político con un reconocimiento y dignidad encomiable, que incentiven la admiración e incluso el deseo de imitación para con otros. Esa tarea está harto inconclusa y tarde que temprano nos cobrara facturas a costos impagables…