Vista de lince, paso de buey, tienen diente de lobo y se hacen los bobos

Vista de lince, paso de buey, tienen diente de lobo y se hacen los bobos

En esta Semana Santa las calles de Villahermosa y los municipios de Tabasco estaban repletos de coches. Muy poca gente tuvo la fortuna de disponer de un “guardadito” para ir a la playa o para hacer turismo y, con múltiples escusas de lo más variopintas, trataban de ocultar lo evidente y que no es nada ignominioso porque además es epidemia: No hay dinero, ni liquidez ni sencillo, ni calderilla. Bueno haberlo si lo hay pero está en manos de muy pocos y ellos disponen por nosotros sobre qué hacer, y cuando, con él. Mientras que sufrimos un sistema político asfixiante que se mete en cualquier resquicio de nuestras vidas, cada vez perdemos un poco más de bienestar, del que no estábamos sobrados. Nuestros partidos políticos prefieren divertirse con sus luchas de poder y han llegado a parecerse a las órdenes religiosas, salvo en que sus partidarios o beneficiarios sólo creen en el más acá. El jefe siempre tiene razón, por muy poco razonable que sea y lo que diga el que manda es punto redondo. En este cónclave de locos se insiste en eso de que la unión hace la fuerza, pero a veces hacen falta muchas camisas de fuerza, cada una de su talla. Estamos en lo de siempre: hay que cambiar de opinión si se quiere cambiar de partido o hay que cambiar de partido si se desea mantener la misma opinión. En eso andan mientras nuestros bolsillos se vacían y agujerean de tanto buscar una moneda. No se sabe si son más numerosos los hipócritas que los sinceros, pero todos sabemos que es mala cosa abdicar de la libertad y que es peor aún cambiarla por una credencial partidista. En el refranero popular, que mezcla sabidurías, suspicacias y recelos, se recomienda al que manda que tenga “vista de lince, paso de buey, diente de lobo y que se haga el bobo”. Sabias consignas, sobre todo la última, ya que sin su estricta observación nunca podrá capitanear al innumerable ejército de tontos en el que se basa su fuerza. Es necesario que todos seamos obedientes y no se oiga una voz más alta que otra y en especial, que no sea más clara. La Biblia, no sin cierta exageración, nos recomienda que seamos obedientes y temerosos y, no satisfechos con eso, que obedezcamos a los amos buenos y a los amos malos. Eran otros tiempos. Ahora lo que se recomienda es no hacerse cargos de conciencia o, más bien, elegir entre la conciencia y el cargo.