Hepatitis C: una enfermedad mortal que tiene cura
Los nuevos tratamientos libres de interferón tienen una eficacia próxima al 100 sin apenas efectos secundarios, según expertos
Es conocida como la enfermedad silenciosa, porque tiene una larga fase inicial asintomática y porque las personas que la padecen no acostumbrar hablar de ella: era una patología con estigma social, asociada en muchos casos injustamente al consumo de drogas y a la promiscuidad sexual.
Después del tratamiento, “ hay que esperar tres meses para hacer otra vez las pruebas y ver si el virus de la hepatitis C continúa desaparecido o se ha replicado”, explica Manuel, que recibió el diagnóstico en 1995, cuando fue a donar sangre para ayudar a su suegro enfermo (“antes de eso había donado sangre mil veces”, asegura). Después de tantos años arrastrando la enfermedad, la posibilidad de una cura definitiva le llena de optimismo: Tienes una gran esperanza de que esta vez el virus de verdad se haya ido para siempre.
Mi médico me ha dicho que a los tres meses de terminar el tratamiento te hacen una prueba y a los seis meses otra; si a los seis meses no aparece el virus, es prácticamente imposible que se replique”, afirma ilusionado pero con mesura: “Lo que te quitan con el tratamiento es el virus, pero te quedan las secuelas: la cirrosis no se cura. Deberían dar los tratamientos antes de que aparezca la cirrosis para salvar el hígado”, advierte.
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Los tratamientos a los que se refiere Manuel son los descubiertos a lo largo de los dos últimos años, libres de interferón y sin apenas contraindicaciones. Son medicamentos que ya no provocan efectos secundarios y que, en muy poco tiempo, curan prácticamente al 100 por cien de las personas. En el momento en el que se administran estos fármacos a un enfermo con hepatitis C, las posibilidades de curación son enormes.
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Si se aplica en las fases más iniciales, la curación es absoluta y la persona se olvida del virus y también de la enfermedad del hígado, destaca Ricardo Solá, jefe de sección de Hepatología del Hospital del Mar, de Barcelona. Sin embargo, como afirma el experto, el tratamiento presenta un gran inconveniente: “Estos fármacos son muy caros".
A Saturnino, la hepatitis C le ha destrozado la salud y la economía familiar. No solo por el elevado coste del tratamiento que acaba de finalizar, sino por las graves secuelas de la enfermedad, que le han obligado a renunciar a su trabajo y a criar a su hija con una pensión de 600 euros.