Hiperpaternidad: Niños con cariño mal entendido

Este modelo de crianza se está llevando la autonomía de los menores

Hay una diferencia muy clara entre proteger y sobre proteger a los hijos, y es el desempeño y el desarrollo de habilidades sociales que éstos tendrán en sus vínculos interpersonales.

Hiperpaternidad: Niños con cariño mal entendido

Razón por la cual, estamos viendo niño y jóvenes sumamente intolerantes a la frustración, y altamente demandantes. Esto nada tiene que ver con el cariño dado a los hijos, ya que los padres siempre han querido y querrán a sus hijos.

Sin embargo, en las últimas décadas se ha visto una mayor presencia de los padres en la vida de los hijos, sin ser esta presencia una cuestión de tiempo dedicado a ellos; Los hijos se han convertido en el todo, todo, todo de los padres.

Aunque no siempre los padres que pasan más tiempo con sus hijos son más sobre protectores, es una cuestión de actitud, un modo equivocado de ser padres.

Hay la creencia de que al resolverles todo en el momento que ellos lo demandan, genera cercanía con los hijos, lo cual es equivocado, esto lo que provoca es la incapacidad del menor de hacerle frente a las situaciones que por naturaleza debe aprender a resolver.

Las familias han evolucionado de manera tal, que ahora son los hijos el centro de éstas, con padres disponibles y dispuestos a “darles todo” para conseguir la crianza y educación perfecta que demanda la sociedad.

Actualmente los niños tienen la mayor atención, si estamos de acuerdo, pero hemos de estar de acuerdo también, en que esta atención ha perdido proporción y se ha convertido en veneración.

Es por ello, por lo que se le ha denominado hiperpaternidad a esta presencia excesiva y desproporcionada de los padres, que se ha convertido en un cariño mal entendido.

El ser padres se ha entendido, sin un motivo definido, a la acción de enfocar toda la atención a los hijos, haciendo todo por ellos, pasando a todos y a todo a ocupar un segundo plano, incluidos los conyugues.

Con esta acción se genera una sensación de ser mejor padre o madre, debido a que se experimenta miedo al fututo, a que los hijos no sepan hacer las cosas (tal y como nosotros los adultos lo haríamos), miedo a que se equivoquen, pero y si no se equivocan, ¿Cómo aprenden?

Vivimos en una sociedad competitiva, en la que cada día se nos pide más, más habilidades, mayores destrezas, más competencias; y nos estamos encargando de desarrollarlas menos en nuestros niños, al resolverles todo.

Con esta creencia, se ve a los hijos como seres intocables, a los que hay que defender a toda costa, haciéndoles incapaces de enfrentarse al mundo.

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