La neurodivergencia se refiere a las múltiples formas en que el cerebro humano puede pensar, aprender y conectarse con el mundo. Estas diferencias no son defectos, sino parte esencial de la diversidad que caracteriza a la humanidad, y por ello requieren comprensión, respeto y entornos que se adapten a ellas.
¿Qué significa ser neurodivergente?Según la Cleveland Clinic, el término "neurodivergente" está vinculado con el concepto de neurodiversidad, introducido en 1998 por la socióloga australiana Judy Singer, quien planteó que cada cerebro humano se desarrolla de manera única e irrepetible.
Esta idea marcó un cambio profundo en la forma de entender las diferencias neurológicas: dejó de verlas como "trastornos" que deben corregirse y comenzó a considerarlas expresiones naturales de la variabilidad humana.
Las personas neurodivergentes presentan diferencias cerebrales que influyen en su forma de aprender, procesar información, comunicarse o relacionarse con los demás. Estas particularidades pueden implicar tanto retos como habilidades excepcionales.
¿Por qué los cerebros funcionan diferente?Las variaciones neurológicas tienen múltiples causas:
- Genéticas: algunas condiciones están relacionadas con cambios en los genes que influyen en el desarrollo cerebral.
- Neurofisiológicas: otras derivan de diferencias en la estructura o el funcionamiento del cerebro.
- Ambientales: los estímulos, experiencias y contextos también moldean el sistema nervioso desde la infancia.
- Estos factores pueden generar un "efecto en cascada" que influye en cómo una persona piensa, siente o se comunica.
En este espectro se incluyen condiciones como el trastorno del espectro autista (TEA), el síndrome de Tourette, Down o Williams, entre otras. Sin embargo, cada individuo neurodivergente tiene un perfil único de fortalezas y desafíos.
Ejemplos de neurodivergenciaAlgunas de las condiciones más comunes son:
- Dispraxia: afecta la coordinación motora y la planificación de movimientos.
- Dislexia: genera dificultades para leer y relacionar sonidos con letras.
- Discalculia: complica el manejo de números y operaciones matemáticas.
- TDAH: implica impulsividad, hiperactividad y dificultad para mantener la atención.
De acuerdo con la OMS, uno de cada 100 niños en el mundo está dentro del espectro autista, y cerca del 5 % presenta dificultades de aprendizaje como dislexia o discalculia.
Cambiar la forma de entender las diferenciasEn los últimos años, la ciencia ha comenzado a cuestionar el uso del término "trastorno" para describir estas condiciones.
El doctor Tovar y Romo señala que, más que fallas cerebrales, muchas veces se trata de una falta de adecuación entre las demandas del entorno y la naturaleza del cerebro humano.
Reconocer esto permite dejar atrás el estigma y promover una sociedad que se adapte a las personas, y no al revés.
Del diagnóstico a la inclusiónEl diagnóstico de una condición neurodivergente debe realizarlo personal especializado. Sin embargo, el enfoque actual ya no busca "curar", sino comprender y acompañar.
Cada persona requiere estrategias personalizadas que respondan a sus intereses, entorno y estilo de vida. Lo que funciona para un artista puede no ser útil para un científico, y viceversa.
¿Y los medicamentos?El uso de fármacos en personas neurodivergentes sigue siendo un tema debatido. Los expertos coinciden en que no existe un tratamiento universal ni que la medicación "cure" estas diferencias.
Por ejemplo, si una persona autista sufre ansiedad, los ansiolíticos pueden ayudar a mejorar su bienestar general, pero el objetivo nunca es eliminar su forma de procesar el mundo.
El enfoque ideal combina intervenciones personalizadas y respeto por la individualidad. La neurodivergencia no es una enfermedad que deba erradicarse, sino una forma más de experimentar la realidad.
Celebrar la diversidad del cerebro humanoReconocer la neurodivergencia es reconocer la riqueza de la condición humana. Cada cerebro aporta perspectivas únicas que impulsan la creatividad, la innovación y el progreso social.
Cambiar el lenguaje —de "trastornos" a "diversidad"— no implica negar los retos, sino comprender que muchas veces los mayores obstáculos provienen de las barreras sociales, no del propio funcionamiento del cerebro.