Leyenda de la mujer sonriente aterroriza en el Metro de la CDMX

La mayoría de las personas que la han visto aseguran que suele aparecer en los vagones que se encuentran más vacíos

El Metro de la CDMX cuenta con un gran número de historias paranormales y leyendas narradas por los mismos usuarios del Sistema de Transporte Colectivo a través del tiempo.

Sin embargo, una de las más reconocidas y que se mantiene vigente hasta la actualidad, es la de la mujer sonriente que aterra a los pasajeros en distintas líneas.

LA LEYENDA DE LA MUJER SONRIENTE DEL METRO

Usuarios afirman haberse topado con una misteriosa mujer en varias líneas del Metro de la Ciudad de México a altas horas de la noche, causándoles una enorme sensación de miedo e incomodidad a quienes logran percatarse de la enigmática y siniestra sonrisa que le muestra a los desafortunados pasajeros que la encuentran.

La mayoría de las personas que la han visto aseguran que suele aparecer en los vagones que se encuentran más vacíos, en los últimos viajes, antes de que el Sistema de Transporte Colectivo de la capital mexicana deje de prestar su servicio, aunque todos coinciden en que  su comportamiento es sumamente extraño y perturbador.

¿CÓMO ES LA MUJER SONRIENTE DEL METRO?

Algunos de los usuarios que han relatado sus encuentros con la misteriosa mujer sonriente del Metro de la CDMX, la describen como alguien que viste una falda muy larga, misma que les impide poder verle los pies, lo que hace parecer que se mueve como si estuviera flotando a través de los vagones del tren.

Sin embargo, quienes cuentan haberla visto, enfatizan en dos rasgos muy característicos de la intrigante mujer, el primero de ellos son  sus ojos enormes, casi desorbitados, con los que paraliza de miedo a los usuarios y, el segundo, es su maliciosa sonrisa que aterra a todos aquellos que consiguen observarla de frente.

Hasta el momento, los pasajeros que se han topado con la mujer sonriente del Metro no consiguen afirmar si se trata de una persona que padece de sus facultades mentales o de alguna presencia inexplicable, pero el terror y la incomodidad que infunde son suficientes para desear no volver a encontrarla en su trayecto cotidiano.