El misterio del síndrome de Alicia en el País de las Maravillas; las cosas se encogen

Es posible que el propio Carroll se inspirara en distorsiones perceptivas

  • Ver objetos o partes de su propio cuerpo encogerse o hincharse ante sus ojos, creando la sensación de que ellos mismos cambian de tamaño es lo que le dio nombre al trastorno de Alicia en el País de las Maravillas, por el personaje de ficción de Lewis Carroll, que se encoge después de beber una poción y crece después de comer pastel.

Es posible que el propio Carroll se inspirara en distorsiones perceptivas, tal vez provocadas por alteraciones visuales temporales que suelen sufrir los que padecen migrañas.

Otros han sugerido que el autor podría haber sufrido el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, desencadenado por la epilepsia, el abuso de sustancias o incluso una infección.

A pesar de que los médicos lo describieron como un síndrome en 1955 y de que algunos síntomas fueron registrados por médicos incluso antes, las causas exactas del síndrome de Alicia en el País de las Maravillas siguen envueltas en un misterio que la propia Alicia podría haber encontrado cada vez más curioso.

SÍNDROME INCLUYE ACCIDENTES

En el pasado, el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas se consideraba un trastorno inofensivo que no requería intervención médica.

En la población general se ha descrito algún grado de síntomas y hasta 30% de los adolescentes cuentan experiencias leves o transitorias del síndrome. También se sabe que ciertos medicamentos para la tos y sustancias alucinógenas ilícitas lo desencadenan.

Sin embargo, los cambios en nuestra percepción del mundo se desencadenan por algo más subyacente.

Se ha sugerido una amplia gama de causas para el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, tanto en niños como en adultos, entre las que se incluyen accidentes cerebrovasculares, tumores cerebrales, aneurismas, infecciones víricas, epilepsia, migrañas, enfermedades oculares y trastornos psiquiátricos como la depresión y la esquizofrenia.

También se ha asociado a algunas infecciones como la enfermedad de Lyme, la gripe H1N1 y el Coxsackievirus B1. Un estudio incluso lo identificó como una manifestación de la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob (ECJ), un trastorno neurodegenerativo de rápido desarrollo y a menudo mortal conocido como la enfermedad de las vacas locas.