A 24 años de su muerte, Octavio Paz sigue siendo el poeta tutelar de la literatura mexicana

Entre sus poemas destacan: Entre ir y quedarse, Libertad bajo la palabra, Bajo tu clara sombra, entre otros

Octavio Paz murió el 19 de abril de 1998. Fue un poeta, ensayista, intelectual, traductor y diplomático, es considerado como una figura tutelar dentro de la literatura mexicana. Fue un hombre preocupado por la difusión de las letras, la vocación crítica y por tender puentes entre disciplinas y culturas, y su contribución al mundo cultural en México y en el mundo fue, y sigue siendo, crucial. 

Octavio Paz Lozano, nació el 31 de marzo de 1914 en la Ciudad de México. A principios de los años 30 publicó sus primeros poemas en la revista Barandal. Y más tarde también dirigirá algunas como Taller o Hijo pródigo, ya en los 40. De visita en España trató con intelectuales republicanos y con Pablo Neruda, que fueron grandes influencias en su obra. Es en la década de los 50 cuando publica 4 títulos importantes: Libertad bajo palabraEl laberinto de la soledad¿Águila o sol?, y El arco y la lira. Y de entre sus libros de ensayo cabe destacar, por poner algunos ejemplos, CuadrivioToponemasPasado en claro o La llama doble.

De acuerdo con la Academia Sueca, se le concedió el Premio Nobel de Literatura por “su escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y la integridad humanística”.

“Por su escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y la integridad humanística”, la Academia Sueca le otorgó al poeta, escritor, y ensayista mexicano Octavio Paz Lozano (Ciudad de México, 31 de marzo de 1914-19 de abril de 1998).

Entre sus poemas destacan: Entre ir y quedarse, Libertad bajo la palabra, Bajo tu clara sombra, entre otros.

 

Entre ir y quedarse

Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.

La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite
la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;
no me mira, me miro en su mirada.

Se disipa el instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa.

 

Libertad bajo palabra

Viento
Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire
siempre de viaje.

 

Bajo tu clara sombra

Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena….

Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.

 

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