Con su estilo suave y reflexivo, Maalouf compartió que vivimos un momento histórico: por primera vez, la humanidad tiene la posibilidad real de resolver los grandes problemas que la han acompañado durante milenios.
Habló de sus inspiraciones, de la empatía como vía para afrontar desafíos colectivos e individuales, y respondió preguntas sobre los bloqueos creativos —que considera imaginarios—, la migración y su país, Líbano.
A mitad del encuentro, el ganador del Premio FIL en Lenguas Romances 2025 centró su atención en uno de sus temas esenciales: el rápido avance de la ciencia y la tecnología.
Para él, la clave está en orientar ese progreso: la inteligencia artificial debe servir al ser humano, no dominarlo; y la biotecnología podría ser la vía para erradicar enfermedades y aliviar problemas asociados al envejecimiento.
Aseguró que hoy es posible eliminar la pobreza y muchas enfermedades, y que disponer de más años de vida gracias a la ciencia debería impulsarnos a resolver los grandes desafíos globales.
- Confía en que es posible porque se trata de una cuestión de supervivencia:
Maalouf insistió en que el avance científico es un movimiento imparable, independiente de las decisiones individuales.
En contraste, explicó, las sociedades no evolucionan de manera lineal: la historia avanza y retrocede, como un zigzag.
Luego pidió lucidez: a pesar del enorme potencial tecnológico, con frecuencia se utiliza para avivar conflictos de larga data, como un poder extraordinario dirigido contra el vecino.
Tenemos la capacidad de orientar al mundo hacia el bien, no hacia el mal.
Ante una pregunta sobre las similitudes entre 1984 de Orwell y la tecnología actual empleada con fines contrarios al bien común, Maalouf destacó que la novela es profundamente relevante hoy.
Sin embargo, aclaró que, a diferencia del régimen totalitario imaginado por Orwell, la “tiranía” actual no proviene de un poder único, sino de una realidad sin un control centralizado.