Huipil; un lugar para habitar

Los huipiles por su anatomía son elegantes: no desean evidenciar sino sugerir el cuerpo de una mujer libre que lo ocupa

La anatomía del huipil, es lenguaje, sentido, diálogo con el cuerpo que lo habita. En ese espacio que se hace casa y hogar.

Sobre su fibra yo bordo o dibujo al hilo escenas costumbristas, geometrías, flores, animales endémicos y rescato voces como los que hablan del feminicidio en “ninguna menos”. 

Me apropio de los patrones ancestrales, y trato en ellos de defender su dignidad, no cambiar su forma; pues los patrones van también adaptándose a los tiempos. Así vemos que la mujer maya usó crinolinas y ciñó su cintura, lo complementó con medias blancas en los años 20. 


Y eso es porque el huipil está vivo. Los huipiles por su anatomía son elegantes: no desean evidenciar sino sugerir el cuerpo de una mujer libre que lo ocupa.

De pronto desde hace 15 años, miro con tristeza que el terno de la mestiza maya ha sido vulgarizado con jubones de gran tamaño que no dejan apreciar los bordados de la cenefa y del “pic”, o fustán.

Yo trato de que esto no suceda, de que se mire y que se rescaten no iconografías, sino denuncias y momentos del presente.


HACIENDO HISTORIA

Porque estamos como globo haciendo historia. Nunca habíamos tenido una pandemia como la que estamos viviendo. 

Ni habíamos tenido la era tecnológica que nos ha favorecido pero distanciado de lo perecedero, de lo que es pausado legado, puntada.

Un huipil es pausa en el tiempo. La mujer que los hace te vende su tiempo; su paciencia. Además de su fibra, diseño y materiales.

El arqueólogo Sylvanus Morley, en su libro “La civilización Maya”, nos da una descripción del traje yucateco basándose en fuentes históricas y menciona que aparentemente el vestido de la mujer maya no ha variado mucho desde la época prehispánica. Se le conocía con el nombre de “Kub”, palabra que en la actualidad se ha perdido, ya que ahora se llama huipil, que es una palabra náhuatl.

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La presencia del vestido en el mundo del arte siempre ha existido, pero en el patrón ancestral no, así que como estudiosa de las etnias fui vistiéndome de sus piezas en formato y en iconografía. 

Las iconografías nos hablan de sus guerras, modo de vida, agricultura, cosecha, ceremonias; pero hoy ya no nos dicen a simple vista nada, fue una manera de decirme lo que hoy acontece. 

Y así inicié dando voz a la belleza de la vida cotidiana, a sus horrores como el feminicidio, a vestirnos de esas otras que ya no están...a tener empatía. 

Confeccionamos de una manera simbólica la identidad renacida.  Procedo a mostrar mi trabajo del atuendo en el arte contemporáneo elaborando un discurso sobre el cuerpo y la identidad.

Existen muchos más ejemplos en los que observamos la aproximación de estos dos mundos, el del arte y el de la indumentaria, pero en cada propuesta me interesa recalcar que esa frontera es cada día más invisible. 


Hago pieza única, una obra firmada y con título en cada huipil de diversos patronajes. Esto es lo tridimensional del huipil que lo hace obra y habitación al cuerpo de la mujer, cobijo, historia y dignidad, voz. Lo hace en tiempo presente.

Para resumir: concibo vestirse como una práctica del arte contemporáneo

Dejamos de ser un número de serie de una maquiladora y alentamos lo desacelerado de la vida.