Guillermo del Toro conquista Venecia con su versión de Frankenstein

Del Toro redefine el mito de Frankenstein en una historia de amor

UNA OBRA MAESTRA GESTADA POR TRES DÉCADAS

Después de 30 años de espera, Guillermo del Toro presentó en el Festival de Cine de Venecia su esperada versión de Frankenstein, una cinta que no solo cumplió con las expectativas, sino que conmovió hasta las lágrimas al público y al propio cineasta mexicano.

  • La primera ovación llegó tras la proyección de prensa en la Sala Dársena, aunque Del Toro no estuvo presente. Pero la segunda, durante la conferencia oficial, lo recibió rodeado de su elenco estelar: Jacob Elordi (la criatura), Oscar Isaac (Dr. Frankenstein), Mia Goth (Elizabeth), Christoph Waltz, Felix Kammerer y el compositor Alexandre Desplat, todos aplaudidos junto al cineasta.

Un proyecto profundamente personal

El realizador explicó que la película no podría haberse filmado antes. "Si la hubiera hecho antes de los 40, la historia habría sido sobre mi padre, porque yo aún me sentía hijo. Hoy la hago como alguien que eligió dejar de ser hijo y convertirse en padre", compartió.

Del Toro no define Frankenstein como una cinta de horror, sino como una historia de amor. Apuesta por un enfoque sensible y biográfico, alejado del susto fácil. "Ser sentimental hoy en día es el nuevo punk", afirmó entre risas.

Lágrimas y banquetes cinematográficos

Uno de los momentos más emotivos durante la producción fue escuchar por primera vez la música de Alexandre Desplat: "Sabía que habíamos dado con la nota correcta cuando me hizo llorar. Soy mexicano, no puedo evitar emocionarme", dijo con orgullo.

Jacob Elordi, por su parte, se mostró agradecido por el reto de encarnar a la criatura desde su nacimiento hasta su madurez.

Ciencia, paternidad y monstruos modernos

La cinta no solo reinterpreta al clásico literario, también dialoga con el presente. Del Toro reconoció que, aunque no buscó dar respuestas, sí quiso provocar preguntas sobre los límites de la ciencia, el ego humano y el peligro de jugar a ser Dios.

Con esta nueva adaptación, Del Toro no solo entrega una versión inédita y poderosa del mito de Frankenstein, sino también su película más íntima, una carta de amor al cine, a los monstruos... y a la paternidad.