Los cinturones que lo acreditan como el campeón del mundo en diferentes categorías no son los únicos que adornan las vitrinas del corazón de Saúl Álvarez. Hay otros trofeos que hasta podrían tener un lugar más especial.
Acostumbrado a lidiar varios contrincantes dentro y fuera del ring, el Canelo tiene un nuevo objetivo: conquistar mercados distintos, aprovechando la oportunidad que le ha dado la pandemia de Covid-19.
Las restricciones para recibir público en eventos deportivos en Las Vegas han traído al tapatío a la costa este de Estados Unidos, esa en la que no hay arraigo por los boxeadores mexicanos,
Para muestra, lo que sucede con las entradas para la cartelera que Álvarez y el turco Avni Yildirim encabezarán mañana por la noche en el estadio Hard Rock.
Florida sí acepta aficionados en eventos deportivos, aunque de forma limitada. Para la pelea en la que el mexicano expondrá los cinturones supermedianos del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y la Asociación Mundial (AMB), se habilitaron 15 mil de los poco más de 65 mil lugares que tiene el inmueble, pero hasta ayer por la noche sólo se habían vendido cerca de 10 mil, fenómeno que no sucede en la Ciudad del Pecado, donde Saúl es garantía de lleno.
El costo de las entradas va desde los 75 hasta mil 110 dólares. “Me siento muy contento de estar en Miami, abrir una plaza para una nueva pelea”, asegura el púgil mexicano. “Espero que sea la primera de muchas”.
Todo depende del impacto mediático que alcance, para lo que será clave noquear a un adversario que no luce tan poderoso. Será la segunda vez que el Canelo pelea en esta ciudad, pero la anterior fue en condiciones muy distintas. El 5 de diciembre de 2008, noqueó al colombiano Raúl Pinzón, en la pequeña arena de un hotel con casino.
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