Desde su infancia, Santo Jr. estuvo rodeado de la historia de su abuelo, El Santo, y su padre, El Hijo del Santo. Sin embargo, su camino en la lucha libre no fue una imposición, sino una decisión personal que tomó tras explorar otras áreas y descubrir que su verdadera pasión estaba en el cuadrilátero.
A diferencia de lo que muchos podrían pensar, Santo Jr. no tuvo asegurado su lugar en la lucha libre solo por su apellido.
El proceso de entrenamiento fue exigente, y el joven luchador tuvo que demostrar que merecía portar la icónica máscara plateada.
Destacando que su identidad como luchador es una elección, no una obligación.
Con la gira de despedida de El Hijo del Santo, Santo Jr. ha tenido la oportunidad de compartir el cuadrilátero con su padre, algo que su progenitor nunca pudo hacer con El Santo.
Más allá de la lucha libre, Santo Jr. representa la continuidad de un personaje que ha trascendido generaciones.
- Su historia nos recuerda que los verdaderos legados no se imponen, sino que se construyen con esfuerzo, respeto y amor por la disciplina