Niños, responsables de sus padres y hermanos; pierden su inocencia

Menores de 6 a 12 años salen a las calles a vender diversos productos para llevar el sustento a su casa

De 9 a 10 de la noche, los niños dedicados a la venta de dulces, chicharrón y esquites, generalmente regresan al cuarto en renta que comparten con sus familiares en algunas de las colonias de la capital tabasqueña.

En compañía de su madre, de algún familiar o solos, abandonan las calles a estas horas para tomar un baño y poder descansar, con la esperanza de tener una mejor venta al siguiente día.

En un recorrido realizado por Grupo Presente Multimedios (GPM), se pudo constatar que estos niños en su gran mayoría son originarios del vecino estado de Chiapas, quienes son traídos a Villahermosa obligados por la necesidad y con la idea de vender algo que les permita llevar dinero a casa.

La inocencia se esconde detrás de la responsabilidad con la que enfrentan cada día, tienen de 6 a 12 años, son analfabetas, pero sí conocen las operaciones aritméticas, su enseñanza haya sido empírica.


 En familia salen a las principales avenidas para obtener unas monedas

Casa Blanca, Las Gaviotas y el malecón, son algunas de las colonias en donde rentan un cuarto, la cual oscila entre los mil y mil 500 pesos. Los niños desconocen sus derechos, nadie se ha tomado la molestia de hacerles saber de qué por el sólo hecho de ser menores de edad, un adulto es el responsable de brindarle un techo digno, alimento, vestimenta, atención médica y educación.

Ellos sólo saben que si hay venta tendrán algo de dinero para poder ayudar a su familia.

Las ventas callejeras y el trabajo doméstico son un estilo de vida de las familias chiapanecas que habitan en Villahermosa, los niños saben que de uno a otro momento se tienen que poner a vender algo, mientras que las niñas, sólo esperan una oportunidad en alguna casa de familia que las contrate. 

Marquitos: "No tengo papá, por eso ayudo a mi mamá"

Sucio y cansado por la larga jornada laboral que estaba por terminar es a como lucía "Marquitos" sentado en uno de los arriates de Plaza de Armas. A sus 10 años no conoce un salón de clases, mucho menos leer y escribir, pero los números se han vuelto parte de su vida, pues sabe en cuánto debe dar cada chicle, cigarro o dulce de los que vende los 365 días al año.




Se ocupan en diversas actividades para llevar el sustento a casa.