En un país marcado por profundas desigualdades, el nivel de ingresos sigue siendo uno de los principales determinantes del acceso a servicios, calidad de vida y movilidad social.
De acuerdo con datos actualizados del Instituto Nacional de Estadística y Geografía ( Inegi), el ingreso mínimo mensual para ser considerado parte de la clase media alta en México en 2025 es de $22,297 pesos.
Este grupo representa una minoría con estabilidad económica, capacidad de consumo y acceso a bienes y servicios que van más allá de lo básico. En contraste, el ingreso necesario para pertenecer a la clase alta se mantiene en $77,975 pesos mensuales, cifra que solo alcanza un porcentaje muy reducido de la población.
Según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), este estrato está conformado principalmente por profesionistas, empresarios y trabajadores con ingresos estables, que representan aproximadamente el 14% de los mexicanos. Entre sus hábitos de consumo y servicios destacan:
- 31% paga educación privada.
- 41% utiliza tarjetas de crédito.
- 55% tiene televisión de paga.
- 61% posee automóvil.
- 74% dispone de internet en casa.
- 20% cuenta con servicio doméstico.
Estos indicadores reflejan un estilo de vida con mayor acceso a infraestructura, tecnología y servicios privados, aunque no necesariamente exento de vulnerabilidades económicas.
El ingreso mensual no solo define el poder adquisitivo, sino también el acceso a salud, educación, vivienda digna y seguridad. En México, donde más de la mitad de los hogares se concentran en la clase baja, pertenecer a la clase media alta implica una posición privilegiada en términos de oportunidades y resiliencia ante crisis económicas.
Además, el Inegi y Profeco advierten que la movilidad hacia este estrato es limitada, debido a factores como la informalidad laboral, la desigualdad educativa y la concentración de oportunidades en zonas urbanas.