Durante pandemia surgen los covidemprendedores y continúan incrementando en México

El negocio está en auge. Los trabajadores de la salud elogian a los proveedores, pero también los culpan por el aumento de precios y el trato deshonesto ocasional

Con millones de mexicanos sin trabajo debido al COVID-19, algunos se están aprovechando de la pandemia para comerciar con equipos médicos y de otro tipo, resolviendo la escasez que hay de estos productos y al mismo tiempo causando picos altos de precios y caos en los suministros.

Al igual que en muchos países, estos empresarios, algunos se llaman a sí mismos "covidemprendedores", compran y venden de todo, desde cubrebocas quirúrgicos hasta bolsas para cadáveres. En México, la regulación gubernamental no es para los canales oficiales más débiles, que ofrecen sus productos a través de las redes sociales, estaciones de metro, tiendas e incluso en sus propias casas.

El negocio está en auge. Los trabajadores de la salud elogian a los proveedores, pero también los culpan por el aumento de precios y el trato deshonesto ocasional.

Para aquellos dispuestos a ingresar al mercado altamente volátil, existen oportunidades reales, junto con decepciones reales.

A medida que los casos alcanzaron su punto máximo en Europa y Estados Unidos, tensó las cadenas de suministro nacionales e internacionales para los hospitales mexicanos, dijo. Surgió una larga línea de corredores que ofrecían vender equipos de protección de proveedores internacionales. El teléfono de Badillo sonaba constantemente.

Entre las necesidades estaban batas médicas, gafas y cubrebocas, termómetros y kits de prueba COVID. A principios de junio, con unos 12 millones sin trabajo, México comenzó a reabrir. Eso creó la demanda de un conjunto diferente de productos, los necesarios en el mundo emergente de la vida con el coronavirus. Estos incluyen cajas especiales que emiten luz ultravioleta para desinfectar llaves, billeteras y teléfonos celulares, y letreros con instrucciones sobre distanciamiento y uso de máscaras, dijo Enrique Zenil, quien vende esos y otros equipos de protección a las empresas.

"Todos los que interrumpieron su negocio debido al COVID-19 están tratando de vender algo", comentó.

"Tengo entendido que los N95 son escasos porque se venden en el mercado abierto, básicamente al mejor vendedor", señaló Carreño, refiriéndose a las máscaras quirúrgicas más apreciadas por los trabajadores médicos. "Al no tener control de eso, el hospital se ve obligado a comprar una cierta cantidad de N95 a un precio más alto".

Angélica Vargas, doctora del Hospital Ángeles, una instalación privada de lujo en la Ciudad de México, dijo que ha gastado alrededor de 900 pesos en cubrebocas, gafas y exfoliantes quirúrgicos N95 y KN95.

Un riesgo con las compras independientes es que el producto puede ser deficiente. "Es como la ruleta rusa", dijo un trabajador de la salud en la unidad de topografía del Hospital Ángeles, que pidió que no se usara su nombre por temor a represalias.

Sin embargo, la producción de nuevos equipos es mucho más riesgosa sin certificación. Allí, el sistema regulatorio hace las cosas más difíciles, ya que Octavilo Guajardo, un ingeniero que se asoció con un arquitecto para desarrollar un respirador, aprendió de primera mano.

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