La joven enfermera quería pasar la tarde del domingo con sus padres. Salió después del mediodía de su casa en el municipio de Cuautitlán Izcalli, en el estado de México. Fue caminando.
Cuando avanzaba por la calzada, pegada a la vereda, una camioneta empezó a seguirla lentamente. El conductor fue inclinando la Jeep Gran Cherokee hasta subirlo parcialmente a la acera. Entonces aceleró y arrolló por la espalda a Alejandra Janeth Cuahuteca. La arrastró ocho metros y se fugó a toda velocidad.
La mujer quedó tendida en el suelo, quejándose por el terrible dolor que sentía en todo el cuerpo. Algunos transeúntes se acercaron para asistirla y llamaron a una ambulancia. A partir de ese momento, al calvario de tener múltiples fracturas y el terror de haber sido víctima de un insospechado intento de homicidio se sumó el maltrato sin igual del sistema de salud mexicano.
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Este caso nos hace recordar a una similar en el estado, cuando una mujer fue ejecutada el año pasado por quien fuera su ex jefe, luego de haber ganado la demanda por despido injustificado.
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