Jóvenes LGBTQ+ son víctimas de las terapias de conversión heterosexual en el país

El refugio Casa Frida LGTBQ+ otorga techo, comida y apoyo psicólogo y psiquiátrico

Jóvenes huyen y abandonan todo, sufren de las terapias de conversión heterosexual, que intentan cambiar la orientación de sus hijos. Otros, resultan víctimas del crimen organizado. 

 Huyen, y algunos, encuentran refugio temporal en Casa Frida LGTBQ+ que, a lo largo de 13 meses de fundado, ha recibido a 308 personas que sufren de extrema violencia de padres, de la comunidad y de las mismas autoridades. 

“Son jóvenes, entre 18 y 29 años de edad, muchos y muchas son expulsados explícitamente de sus hogares. Llegan a Casa Frida, que es un espacio seguro, pensado en la comunidad LGTBQ+ víctima de extrema violencia asociada a la orientación sexual, identidad y expresión de género”, expresó Raúl Caporal, Raúl Caporal, director de Casa Frida LGTB. 

El refugio otorga techo, comida y apoyo psicólogo y psiquiátrico. Vincula a las personas con los servicios de salud ya que algunos requieren antirretrovirales o desean iniciar su proceso de remplazo hormonal para convertirse en chicos o chicas trans. 

También reciben cursos de alfabetización y de capacitación para obtener un empleo en algunas de las 21 empresas con las que tienen convenios, incluso asesoría jurídica por si desean interponer denuncias. 

Las actividades son diversas ya que los inquilinos llegan con severas secuelas de haber sido traumatizados o con un pánico de que los encuentren 

“Son personas que han sido, por ejemplo, privadas de la libertad, es decir, sus familiares con intención de cambiar la orientación sexual de su hijo, de su hija, o su identidad de género, las privan precisamente de la libertad, el no poder salir de casa, no poder comunicarse con otras personas o con su pareja. Se les saca de las escuelas”. 

“Se les encierra para evitar que se expresen libremente. Esto, al final del día, también es violencia, una forma de torturar a una persona”. 

El colmo es cuando los familiares deciden someter a su hijo o hija a terapias de conversión, las cuales, se basan en la mayoría de las veces en “recibir abuso sexual correctivo con la intención de cambiar la orientación sexual”. 

Cada habitante de Casa Frida LGTB es “sobreviviente” de las torturas que recibieron en esos centros clandestinos e ilegales de conversión heterosexual. Son procesos en los que, incluso, participan los mismos familiares con golpes o violaciones múltiples. 

“Los famosos grupos de pseudoterapias de conversión que existen aun cuando no se anuncien con un letrero. Logran convencer a la familia de que pueden cambiar la orientación sexual. Hablamos de supuestos grupos educativos, religiosos, de atención a las adicciones, por ejemplo, en los famosos anexos” que los expone a que otros, supuestos hombres, violen constantemente a la persona hasta supuestamente curarla. 

En el refugio también reciben a personas que huyen también del crimen organizado, el cual se aprovecha de que los padres o familia los rechazan para captarlos, meterlos en la prostitución forzada, en trasladar droga y venderla. 

“Huyen de dinámicas del crimen organizado en general que puede ser desde la explotación sexual o incluso también la persecución por orientación sexual dentro de dinámicas relacionadas con la venta de drogas”. 

Cuando a una persona por su orientación no se le otorga, como a cualquiera, un trabajo digno y bien remunerado, que desarrolle sus potenciales profesionales, puede caer en el trabajo sexual. “Quedan expuestas a la extorsión, a la violencia, a la explotación, muchas veces violencia ejercida por el propio personal de seguridad que se supone debería garantizar su seguridad diaria”. 

No se pretende criminalizar el trabajo sexual, aclaró, pero la comunidad carece de toda protección del Estado para garantizar el ejercicio de los derechos humanos. 

Los, dijo, que en teoría surgen de la sociedad para atender la salud mental de las personas con alguna adicción o que tienen un uso problemático con las drogas, carecen de una regularización sanitaria. 

“Muchos prometer el cambio de la orientación sexual de una persona. Entonces los familiares con pleno desconocimiento, con toda la intención de cambiar esa orientación sexual del hijo de su hija, la someten a situaciones muy graves y dolorosas. Todo esto es producto de la homofobia y de la transfobia”, aclaró. 

En Casa Frida reciben también a personas que huyen de Centroamérica, ya sea el Salvador, Honduras y Guatemala, del Caribe Inglés y Francés y, por supuesto, de diversas partes de México, como es el caso de Noa, que dejó toda su vida en Guadalajara, Jalisco. 

“Acaban huyendo en búsqueda de territorios un poco más seguros, se da la migración o desplazamiento forzado”, 

Noa tiene 23 años. Llegó a Casa Frida hace un mes. Se asume como un chico trans y su mayor deseo es iniciar su proceso de reemplazo hormonal para desaparecer mamas, extirpar útero y ovarios para perder su periodo menstrual, y con ello convertirse en un hombre más varonil. 

“Tuve algunos problemas de violencia, en el trabajo también”, Noa hace largas pausas. Sabe que sus familiares lo maltrataron psicológica, física, emocionalmente. 

“Soy un chico trans desde que era chico, siempre lo supe porque yo sentía lo que era, un chico. Cuando se los comenté a mis padres, que son muy machitas se enojaron mucho”, comentó a Milenio. 

“Mis papás sí tenían un pensamiento muy machista; bueno mi papá más, porque decía, “no pues, si eres hombre te voy a trata como hombre, pero de una manera mala obviamente”. Se le pregunto si recibió ¿manotazos y golpes?, su respuesta corta “pues sí, y más que eso”. 

Noa, que eligió su nombre a partir de la canción Noa Noa de Juan Gabriel, sufrió abuso sexual y diversas vejaciones que prefiere no relatar por miedo a que lo identifique. 

En su proceso hormonal tiene claro que no desea tener un pene y, en caso de que le salga vello, se lo va a rasurar del rostro y del cuerpo. No le gusta. 

“Simplemente quiero tomar las hormonas, cambiar el nombre y hacerme una mastectomía. Es con lo que me sentiría a gusto. Yo soy feliz como soy, pero haría me que sintiera mucho más a gusto conmigo mismas” expresó Noa, quien llegó a Casa Frida bajo la categoría de extremo cuidado tanto porque no conoce la Ciudad de México como para evitar que sea reconocido por las personas de quienes huyó. 

Lo cierto es que Noa desea establecer relaciones con hombres y mujeres, trabajar en aspectos relacionados con la tecnología y el arte. Ser un hombre que se valga por sí mismo. 

 

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