En el multifamiliar de Tlalpan, Ciudad de México, la tragedia del sismo del 19 de septiembre de 2017 arrebató la vida a Ximena y Julián, dos hermanos que fueron encontrados abrazados entre los escombros de su vivienda, dejando una profunda huella en la memoria de las víctimas del #19S.
Para el padre de los pequeños, Ignacio Arzamendi, cada aniversario del sismo renueva el dolor de la pérdida. Ignacio rememora con voz entrecortada las últimas palabras de Ximena:
Por su parte, Julián soñaba con "un lugar rodeado de angelitos", un sueño que compartiría con su hermana antes de la tragedia.
El día del terremoto, ambos niños decidieron no acudir a la escuela para "dormir un rato más", petición que resultó irónica y fatídica, pues el edificio donde vivían colapsó completamente mientras la escuela permaneció intacta.
El rescate de los cuerpos, que duró más de veinte horas, fue una espera llena de esperanza y desilusión para sus familiares.
Relató Ignacio.
- Entre los restos, se encontraron las bicicletas de Ximena y Julián, símbolos crueles que recordaban la presencia efímera de los niños.
Ignacio sigue enfrentando la herida abierta con el recuerdo y las señales que, asegura, su hija le ha dejado, como la desaparición inexplicable de una tableta de chocolate en el refrigerador después del velorio, gesto que interpretó como una señal de despedida en paz.
El sismo de 2017 no solo destruyó edificios, sino que también arrebató a cientos de familias su tranquilidad y su futuro, con historias como la de estos hermanitos que se abrazaron hasta el final, dejando una imagen imborrable que mantiene viva la memoria de las víctimas.
Hoy, en cada conmemoración, se honra su memoria junto a la de todos aquellos que perdieron la vida ese fatídico día, siendo un recordatorio de la fragilidad y la fuerza humana frente a la tragedia.