Jóvenes de la Generación Z involucrados en protestas violentas en Nepal

Jóvenes regresan a las calles para limpiar tras protestas en Katmandú

JÓVENES LIMPIAN EN MEDIO DE PROTESTA

Las fuerzas armadas de Nepal han establecido patrullas, puntos de control y un toque de queda en Katmandú, luego de las manifestaciones más violentas en décadas. Los disturbios —que comenzaron el lunes— dejaron al menos 29 muertos, incendios en edificios públicos y el parlamento, y provocaron la renuncia del primer ministro.

  • Mientras tanto, jóvenes de la llamada "Generación Z", que lideraron las protestas, regresaron a las calles para limpiar vidrios rotos, restos de barricadas y basura.

La postal del miércoles fue diametralmente opuesta a la del martes: mientras hace 24 horas se vivieron incendios y vidrios destrozados, ahora los mismos jóvenes salían con bolsas y mascarillas para restaurar la normalidad. Uno de ellos, de 14 años, señaló que no participó en las movilizaciones, pero que estas reflejan un profundo descontento:

Por su parte, Parash Pratap Hamal, de 24 años y ex participante en las marchas, volvió a colaborar en la limpieza al día siguiente debido a la contaminación generada. Considera que el país necesita líderes políticos independientes, mencionando como ejemplo al alcalde de Katmandú, Balendra Shah.

Las fuerzas militares informaron sobre 27 arrestos por actos de violencia y saqueo, así como el hallazgo de 31 armas de fuego. El toque de queda continuará hasta el jueves por la mañana, advirtieron, y cualquier acto vandálico será sancionado.

En toda la capital, altavoces alertan a la población de evitar desplazamientos innecesarios, y se revisa la documentación de los vehículos en los retenes.

Los organizadores del movimiento rechazaron cualquier vínculo con la violencia, afirmando que su lucha es no violenta, basada en la participación cívica pacífica.

A través de un comunicado, declararon que se pusieron al servicio de la comunidad para manejar la situación con responsabilidad, proteger tanto a la ciudadanía como los bienes públicos y anunciaron que no habrá más protestas a partir del miércoles, a la vez que respaldaron la aplicación del toque de queda si fuera necesario.

El portavoz del Ejército, Rajaram Basnet, atribuyó los peores episodios a elementos externos que aprovecharon la situación para saquear, quemar y cometer actos vandálicos. Tanto el movimiento como las autoridades coinciden en señalar la participación de "infiltrados" en los hechos violentos.

La ola de protestas estalló tras la decisión oficial de bloquear el acceso a 26 redes sociales, incluyendo WhatsApp, Instagram y Facebook, por supuestas irregularidades de registro.

Aunque la medida fue cancelada el lunes por la noche, ya había provocado un fuerte malestar, exacerbado por la campaña viral "nepo kid", que expuso el estilo de vida privilegiado de hijos de políticos y avivó denuncias de nepotismo y corrupción.

Esta prohibición temporal de plataformas digitales generó atención internacional, ya que situaciones similares suelen ser criticadas por su impacto en derechos y transparencia.

El lunes, los enfrentamientos registraron 19 manifestantes muertos y la situación escaló el martes cuando cientos de manifestantes irrumpieron y quemaron el edificio del Parlamento, la sede del Partido del Congreso Nepali y la residencia del ex primer ministro Sher Bahadur Deuba.

También fue atacado el complejo de Singha Durbar —sede de oficinas gubernamentales—, lo que obligó a suspender indefinidamente las audiencias de la Corte Suprema.

En medio del caos, miles de reos escaparon de cárceles cerca de la capital, y cinco jóvenes murieron cuando fuerzas de seguridad intentaron impedir una fuga en un centro de detención juvenil del oeste del país.

Pese a la devastación, algunas voces expresaron optimismo: un residente del este de Nepal, de 36 años, expresó que "ya hay esperanza... fue una lección para que los líderes se superen y el país tenga un futuro brillante".

Otros condenaron los actos violentos, especialmente la quema de edificios como la Corte Suprema. Estudiantes manifestantes han comenzado a redactar nuevas demandas, mientras el Ejército los invitó a integrarse en las conversaciones de paz.

El movimiento exige un liderazgo político libre de partidos tradicionales, independiente, calificado, íntegro y comprometido con la transparencia y el bienestar ciudadano.

La trabajadora social de Katmandú, Taru Karki, de 40 años, refleja el sentimiento general entre los voluntarios que limpian la ciudad: