Ingrid Betancourt recuerda el momento exacto antes del suceso que marcó su vida. “Hace 20 años fui secuestrada como candidata presidencial luchando contra la corrupción. Hoy estoy aquí para terminar lo que empecé”. Pasó más de seis años cautiva, no había vuelto a vivir en su país desde que fue liberada en 2008. Con un marcado discurso contra la corrupción, aspira ahora a liderar el centro político para acabar con aquello que la guerra le impidió y que puede dar un nuevo impulso a la Coalición Centro Esperanza. “La coalición necesitaba la presencia de una mujer y de una persona que pudiera hablar de otra manera. Yo llevo a Colombia en mi corazón de una manera diferente”, declaró. Reiteró que el tema de género ha sido criticado tanto desde fuera como desde dentro. “Reconocemos la baja presencia de mujeres. Eso es algo inaceptable, pero lo estamos corrigiendo y vendrán sorpresas”.
Para lograr que su candidatura sea oficial, tendrá que ganar en marzo la consulta de la coalición del centro a otros precandidatos como Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán o Alejandro Gaviria. Hasta que en esas fechas se celebren las consultas de las coaliciones, los nombres no estarán claros.
Betancourt lanzó su candidatura después de haber sobresalido en el Congreso por su duro enfrentamiento contra la corrupción, por sus discursos directos, en un panorama dominado por las élites políticas masculinas y por sectores que la acusaron de ser responsable de su propio secuestro por viajar a una zona tan peligrosa, ahora se ha convertido en un símbolo mundial de la guerra en Colombia.
Firme con su decisión, se encuentra de vuelta en la política “Me han acusado de muchas cosas, pero últimamente me han acusado de volver a mi casa a sacar beneficios políticos, pues sí, he vuelto en busca del mayor beneficio político: que todos tengamos una mejor democracia. Vengo a reclamar el derecho de luchar por mi familia extendida, que son todos ustedes, la Colombia que yo amo”.