El presidente ruso, Vladimir Putin, se reunió sin previo aviso con Ali Larijani, principal asesor del líder supremo iraní, en el Kremlin.
Durante el encuentro analizaron la escalada de tensiones en Oriente Medio y el programa nuclear de Irán, según informó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Larijani expuso "evaluaciones de la situación en Oriente Medio y del programa nuclear iraní" y Putin, por su parte, reafirmó las "posiciones conocidas de Rusia sobre cómo estabilizar la región y alcanzar una solución política del programa nuclear iraní".
Este encuentro se produce en un momento crítico: Reino Unido, Francia y Alemania (el E3) advirtieron que, sin avances sustantivos en las negociaciones antes de finales del verano, reactivarán las sanciones de la ONU contra Irán.
Según fuentes diplomáticas, los ministros europeos y el jefe de la diplomacia de la UE mantuvieron una llamada con el canciller iraní Abbas Araqchi, exigiendo "pasos concretos hacia un acuerdo verificable y duradero".
- Se ha señalado que de no lograrse progresos para fines de agosto, se activará el mecanismo de "snapback" que reinstaurará inmediatamente las sanciones.
Balance geopolíticoEl viaje de Larijani y la reunión con Putin reflejan la creciente involucración diplomática de Moscú en la crisis nuclear iraní. Rusia es actualmente el principal respaldo de Irán en materia nuclear, participando incluso en la construcción de plantas civiles como Bushehr.
De hecho, algunos reportes sugieren que Putin apoyó en privado una versión más estricta del acuerdo nuclear —exigiendo la renuncia total al enriquecimiento de uranio— a la que Irán se muestra reacio.
Si bien Moscú respalda los derechos de Irán al uso pacífico de la energía nuclear, se mantiene firme respecto al control sobre opciones militares.
En contraste, Europa presiona por una reactivación inmediata de las negociaciones, advirtiendo que, si no se produce un "avance verificable" antes de octubre (fecha de caducidad de la resolución), las sanciones se restablecerán tras unos treinta días.
En resumen, el encuentro Putin–Larijani marca un esfuerzo diplomático paralelo a los esfuerzos occidentales por evitar una escalada nuclear. Rusia se posiciona como mediador clave, mientras Europa impone plazos firmes y advierte sobre el regreso inevitable a medidas punitivas.