Garantizar a cada niño la oportunidad de participar en ciertos tipos de actividad física podría significar un gran impulso para alcanzar un mejor rendimiento escolar. Con ello, al mismo tiempo se podría acortar la brecha de logros entre alumnos con mayor nivel socioeconómico y los menos favorecidos.
Así lo dio a conocer un nuevo reporte por parte de la Universidad de Cambridge, donde señala que, con datos de más de 4 mil niños de Inglaterra, hacer actividad física probablemente pueda ser una herramienta para mejorar el control de las emociones. Ello supone que, las actividades promueven el autocontrol, es decir, la capacidad de mantenerse bajo control ante situaciones específicas.
Este patrón de asociación entre una actividad física y la educación, influye directamente en el progreso escolar, particularmente entre los niños desfavorecidos. Los autores del estudio señalan que puede ser en parte porque los niños de escasos recursos a menudo tienen menos oportunidades de participar en la recreación organizada y el deporte. Por lo tanto, al practicar algún deporte como la natación o algún juego en equipo, experimentan beneficios más fuertes cuando los hacen.
Fotini Vasilopoulos, quien dirigió el estudio, afirmó que este tomó en cuenta a largo plazo las conexiones entre actividad física, la autorregulación y el logro académico. Para ello, su equipo de trabajo y la autora del estudio utilizaron datos capturados en tres etapas durante la infancia y la adolescencia de 7, 11 y 14 años.
El estudio se llevó a cabo a través de un estudio estadístico en dos etapas generales, en primer lugar, examinaron la relación directa entre actividad física y la autorregulación. Después examinaron el efecto indirecto y de impacto en el logro, ambos casos produjeron un conjunto de correlaciones donde se indicó la fuerte relación entre actividad física y educación.
Otro factor que abona a la brecha educativa y económica entre estudiantes es la pandemia por Covid-19, por ello, Vasilopoulos siguiere aumentar el tiempo de actividades físicas. "Realizar un deporte o incrementar las horas de actividad física para los estudiantes podría mejorar su aprendizaje y evitar quedarse rezagados en su educación", puntualizó.
Vasilopoulos destacó también que los niños quienes se dedican a realizar una actividad física extra tienen una mejor regulación en su inteligencia emocional. Es decir, menos cambios de humor o arrebatos emocionales, sin embargo, donde no existió un impacto positivo fue en la regulación del comportamiento.
Cuando los investigadores tuvieron en cuenta un bajo estatus socioeconómico, esta asociación positiva se perdió, debido la conexión directa entre la actividad física y la capacidad de los niños para autorregularse. Una situación que está estrechamente relacionada y moldeada por la ventaja de tener más oportunidades de salir adelante y la riqueza.
Si bien, los hallazgos indican que las actividades influyen en el control emocional, también es cierto que la brecha de logro es un problema realmente complejo y está vinculado a niños menos favorecidos y sus oportunidades de salir adelante. Sin embargo, las actividades físicas pueden ayudar a cambiar esta situación; si se centran en un deporte, podrían ser parte de un cambio para cerrar esta brecha de logro.
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