Trabajo sin descanso

Cuando el esfuerzo se convierte en desgaste: el impacto de largas jornadas laborales

EL RIESGO 

El exceso de trabajo es una realidad para millones de personas en todo el mundo. Aunque la dedicación laboral es vista como un signo de compromiso y éxito, estudios recientes han demostrado que trabajar jornadas prolongadas puede tener efectos negativos en la salud física y mental.

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), trabajar más de 55 horas a la semana está vinculado a un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.

En 2016, se estimó que este exceso de trabajo fue responsable de 745,000 muertes en todo el mundo, un incremento del 29% respecto al año 2000.

El estrés prolongado y la falta de descanso pueden elevar los niveles de cortisol, una hormona que, en exceso, afecta la presión arterial y el sistema inmunológico. A largo plazo, esto puede derivar en hipertensión, infartos y problemas de sueño.

Trabajar muchas horas también afecta la salud mental. La ansiedad y la depresión son comunes en personas que tienen jornadas laborales extensas, especialmente cuando el trabajo implica alta presión y pocas oportunidades de descanso.

La falta de tiempo para actividades recreativas y el aislamiento social pueden generar un estado de agotamiento emocional, conocido como burnout, que afecta la productividad y la calidad de vida.

  • Otro problema asociado a largas jornadas laborales es el sedentarismo. Pasar muchas horas sentado frente a una computadora aumenta el riesgo de diabetes tipo 2, obesidad y dolor lumbar. Estudios han demostrado que estar inactivo por más de 11 horas al día incrementa la probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas.

Para contrarrestar estos efectos, los expertos recomiendan incorporar pausas activas, realizar al menos 150 minutos de ejercicio semanal y optar por escritorios de pie o caminatas breves durante la jornada laboral.

La autonomía en el trabajo puede mejorar la salud mental y física. Estudios han demostrado que empleados con horarios flexibles reportan menos ansiedad y depresión que aquellos con jornadas rígidas.

Países como Islandia y Dinamarca han implementado semanas laborales más cortas con resultados positivos en la calidad de vida de los trabajadores. En contraste, naciones como Grecia han permitido jornadas de hasta seis días semanales, lo que ha generado debate sobre los límites laborales y el bienestar.

Trabajar muchas horas puede parecer necesario en ciertos momentos, pero los efectos en la salud pueden ser devastadores si no se establece un equilibrio adecuado. La clave está en encontrar estrategias para reducir el estrés, fomentar el movimiento y garantizar tiempos de descanso.

El bienestar laboral no solo beneficia a los empleados, sino que también mejora la productividad y la calidad del trabajo. ¿Es momento de replantear la manera en que organizamos nuestras jornadas laborales?