1.- Las jornadas laborales de los personajes más relevantes del morenismo resultan tan extenuantes que son compensadas con unas merecidísimas vacaciones que los conservadores clasistas critican, porque asumen —erróneamente— que solamente ellos pueden y deben trotar por el mundo y disfrutar los refinados placeres que únicamente a las élites corresponde acceder.
2.- Sin embargo, no todos pudieron emprender viajes a recónditos y hermosos paraísos del orbe porque a algunos, como el ex gobernador tabasqueño y ex secretario de Gobernación y —todavía— líder de la bancada morenista en el Senado, Adán Augusto López, las campañas de desprestigio, orquestadas por fuerzas opositoras oscuras, le impidieron salir del país para sacudirse el estrés. Sus enemigos lo acusaron de ser cómplice del líder de la llamada Barredora, su amigo de la infancia Hernán Bermúdez. Desinformados y, con mala leche, unos cuantos enemigos gratuitos obstinados en poner fin a su meteórica y brillante carrera política, cometieron el gravísimo error de no poner atención al hecho de que el nombramiento no lo hizo el connotado político, sino el Congreso del Estado. Apegado, él, a la ley, envió una terna y los diputados eligieron a Bermúdez. ¿Entonces? Por fortuna, el senador aclaró el asunto en el Congreso y ha podido sobrevivir a la ponzoñosa andana de golpes bajos. Suponemos que lo que más lamenta López Hernández no es haber sido víctima de un complot planeado para destrozar su reputación. Tampoco que periodistas de los llamados chayoteros de la derecha, pretendiendo crear fisuras dentro de un sólido movimiento como es el de Morena, hayan hecho creer a la población que la presidenta Sheinbaum encabezó y aprobó los ataques; Adán Augusto sabe, perfectamente, que a la presidenta no le molesta, en lo absoluto, que sea él quien se ocupe de comunicar a los senadores los deseos del expresidente. Ella tiene claro que su tarea es levantar el segundo piso de esa gran transformación emprendida por quien hoy, desde Chiapas, ve crecer su legado. Lo que quizás más ofende al Senador es que el hecho de defenderse le impidió visitar siquiera a la jirafa Benito, en el zoológico poblano, paseo que habría disfrutado muchísimo acompañado, tal vez, por alguna senadora norteña de no malos bigotes. Cercano, como es, o fue, al expresidente, seguramente también le producirá enojo que campañas como la que ha tenido que sufrir persigan insistir en lo que los conservadores califican de "nefastas consecuencias" de la política de abrazos del sexenio pasado.
3.- La ley de ciberacoso demostró su relevancia. Los mexicanos somos muy dados a meternos en la vida de los demás, sobre todo de aquellos que brillan y alcanzan altas posiciones, especialmente si se han ocupado de eliminar ofensivos privilegios —como viajar y gastar en frivolidades, por ejemplo, sin merecerlo— y promover beneficios al pueblo bueno. Las redes sociales han caído como anillo al dedo a esa nuestra vergonzosa tendencia a entrometernos en lo que no debemos. Los vacacionistas fueron acosados por fisgones que no tenían otra cosa más relevante que hacer que generar videos y fotos para distribuirlos entre sus amigos, con no otro fin que el de desprestigiar a quienes tanto han hecho por la patria, aunque las malas lenguas sostengan que los autores de tan desagradables testimonios obedecieron instrucciones de algunos funcionarios del gobierno federal. Detrás de esos comentarios —maliciosos— se dejan ver, nuevamente, las negras intenciones de dar a entender que el bloque que gobierna está dividido en múltiples facciones —ya no les llaman tribus— con el objetivo de hacer creer que la salida de López Obrador significó la pérdida de control político. ¿Por qué grabar a Andy paseándose por Japón? ¿Por qué exponer a quienes, en todo su derecho, decidieron acudir a hoteles, restaurantes y centros de recreo, en los que gastaron unos cuantos dólares —ojo: los desayunos no significaron erogaciones extras, no hay que exagerar— porque preferían enfrentar la mala leche de la oposición que los reclamos, justificados, de esas esposas que son las víctimas colaterales de las jornadas extenuantes de trabajo? Ni hablar: cárcel a los metiches. Denigran, porque la envidia los corroe, a quienes el resto del año se ocupan de hacer de México un país con estándares de vida —por ejemplo, los del sistema de salud— que los conservadores corruptos del prianismo se reservaban para ellos.
4.- Por fortuna, esos órganos neoliberales que sólo arrebataban recursos al pueblo, han desaparecido y, por tanto, esos coros de rumores, de mentiras y de afirmaciones cargadas de veneno no prosperarán y no conseguirán que los funcionarios pierdan sus posiciones y retomen, una vez que retornen de sus paseos, ese compromiso de hacer de México un país verdaderamente desarrollado, democrático, transparente, libre de corrupción y en el que las políticas públicas las diseña, las elige y las disfruta el pueblo. Por si fuera poco, el calor veraniego ha dado impulsos a una reforma electoral que abaratará —¿por qué lamentarnos? ¿no hemos, desde siempre, criticado los mexicanos, el despilfarro que realizan, sin conciencia, los políticos?— las elecciones, evitará la corrupción partidaria porque se les reducirán las asignaciones —¡por fin!— a los partidos y eliminará a todos esos legisladores por los que nadie votó pero que, eso sí, se hinchan con salarios inmerecidos y con los beneficios de los múltiples negocios que desde sus curules realizan. Ésta será, seguramente, la mejor reforma electoral que se haya promovido en la historia política del país.
No hay duda, éste ha sido un verano candente que ha dejado grandes lecciones acerca de cómo México ha sido transformado y de cómo ha podido superar las enormes lacras que por años padeció y que sólo López Obrador denunció, desde todos los partidos en los que militó, y con gran valentía combatió desde la presidencia.