Agenda Ciudadana

Nuestros Jóvenes, Su Futuro

En un intento por olvidar momentáneamente la gravedad del panorama nacional —en el que el fraude del huachicol coloca al estado como el cártel criminal más poderoso— decidí hojear las páginas del periódico.  Huyamos, pensé, de la tragedia de las primeras planas. No lo hubiera hecho. Caí en cuenta que no hay página de periódico que contribuya a levantar el ánimo. Ni siquiera la sección deportiva: las actuaciones de nuestra selección nacional invitan a pensar más en las prácticas huachicoleras —ésas que el discurso oficial había dado por concluidas, pero que la visita de Marco Rubio obligó a fijar de nueva cuenta en la agenda pública— que en nuestro futuro en la ya próxima Copa del Mundo.

La noticia es brutal, apabullante: "Entre países de la OCDE" reza el balazo. "México, el último lugar en conclusión de bachillerato", dice la cabeza. Es la nota principal de la sección de noticias nacionales de la edición del miércoles 10 de septiembre de Excélsior. La bajada o subtítulo, golpea más aún: "No terminan esos estudios 41% de los jóvenes entre 25 y 34 años, en contraste con un promedio de 13% en el organismo y apenas 1% en Corea".

El hecho de que este porcentaje sea menor al de años anteriores (en 2019 era de 49 por ciento), pierde su carácter positivo si echamos un ojo al contexto: en los otros países del organismo, esa reducción ha sido mayor a la nuestra. En buena medida, el rezago es producto de la baja inversión en educación. En 2022, México destinó 4.2 por ciento del PIB al ramo, mientras que el promedio en la OCDE es de 4.7. Los organismos internacionales recomiendan a los gobiernos ocupar entre el cuatro y el seis por ciento del PIB en la formación de sus jóvenes. En 2015, México invertía el 5.1 por ciento del PIB en educación, porcentaje que se fue reduciendo hasta el 4.8 en 2018. En 2019 bajó a 4.5 para mantenerse entre 2020 y 2023 en 4.2. En 2024 la reducción fue fuerte: ese porcentaje cayó a 3.2 (¿habrá jugado algún papel el proceso electoral?), en el que se ha mantenido desde entonces y que será el mismo monto que se destinará el año próximo.

Hay otros datos que elevan la preocupación: mientras que los países de la organización dedican, en promedio trece mil dólares por estudiante, México gasta únicamente 4,066. La brecha es abismal porque, entre otras cosas, obliga a las familias a cubrir, en educación básica y media superior, dieciséis por ciento del gasto educativo, en tanto que el resto de los países de la OCDE sólo dedican, en promedio, un diez por ciento. Este dato es muy relevante porque muestra con mayor claridad la gravedad del panorama educativo de nuestro país. Mientras que en términos de los porcentajes del PIB dirigidos a la educación, México ocupa la posición 24 de 41 posibles dentro de la OCDE, en términos del monto empleado en la educación de cada estudiante cae hasta la posición 40, sólo delante de Perú, según lo manifestó en una entrevista radiofónica Alejandra Arvizu, directora de Monitoreo de Políticas Educativas de la organización civil Mexicanos Primero.  Una de las recomendaciones hechas por Mexicanos Primero para mejorar la situación educativa del país es poner más atención a esta inversión por sobre el porcentaje del PIB dedicado a la educación. Rumania, por ejemplo, aun cuando sólo orienta un 2.5 por ciento de su PIB al ramo educativo, invierte poco más de siete mil dólares por estudiante, esto es, un 43 por ciento más que México. 

La relación existente en México entre la escuela y los mercados laborales es otro fenómeno que obstaculiza el progreso de nuestros jóvenes. Según el Informe Panorama de la Educación 2025, elaborado también por la OCDE, en México —a diferencia de lo que ocurre en los países desarrollados— el desempleo crece conforme aumenta el grado de escolaridad. Mientras que sólo 2.7 por ciento de los jóvenes entre 25 y 34 años que no concluyeron los estudios secundarios carecen de empleo, 3.6 de quienes sí terminaron la preparatoria se encuentran en esa situación, al igual que el 4.3 de aquellos que cuentan con estudios universitarios. Los especialistas llaman al fenómeno "desajuste educación—empleo". Habrá que agregar que, en el caso nuestro, la creciente informalidad de nuestra economía juega un papel importante en este fenómeno.

Para cerrar, un par de datos más. El presupuesto de servicios para educación media superior para el año próximo será de 55,546 millones de pesos, lo que significa un incremento de 3.3 por ciento respecto del año pasado. Asimismo, se ha programado un gasto de 42,572 millones para la beca media superior Benito Juárez, superior en 4.1por ciento a la asignación del 2025. El gobierno federal antepone la perspectiva asistencialista-electoral a la visión de país educado y desarrollado.  

No luce muy prometedor el futuro de nuestros jóvenes y, por ende, el de México.