Crónica

¡Estamos contigo, Presidenta!

Doña Alicia del Socorro Ojeda era una de las jonutecas que se acercaron a La frutilla, un entronque a medio camino sobre la carretera Zapatero-Jonuta, para poder saludar a la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, en su quinta visita a Tabasco, y su primera vez en este municipio, famoso por ser un santuario del manatí.

Desde Palizada, Campeche, la mandataria ya había entrado a Tabasco, para dirigirse a la cabecera municipal de Jonuta, y entregar a estudiantes de un Cobatab tarjetas para cobrar la beca Benito Juárez.

Esta última noticia la trajo un motociclista que vino procedente de la cabecera municipal y se detuvo a platicar con unos conocidos, antes de tomar rumbo por los pueblos que conecta la encrucijada: Los Pájaros, Los Giles, El Provenir, Los Buchecos, congregaciones humanas que habían estado olvidadas, y que ahora han revivido por los programas Sembrando Vida, del Gobierno de México, y Sembrando Vida estatal y Pescando Vida, del Gobierno de Tabasco. A falta de señal, la comunicación de boca en boca por estos rumbos es primordial.

Cuando la Presidenta terminara la entrega de tarjetas, se trasladaría por vía terrestre a su segundo acto programado en Tabasco para el sábado 15 de noviembre: La supervisión de la ampliación a cuatro carriles de la carretera federal Macuspana-Escárcega. No había duda, la caravana presidencial tenía que pasar por La frutilla.

Conforme transcurrían las horas, en vez de adelgazarse, la multitud crecía con la llegada de más campesinos y pescadore, de estudiantes y personas de la tercera edad. Como la mayoría se conocía, la espera se transformó rápidamente en una romería. Alguien soltaba alguna ocurrencia, propia del ingenio tabasqueños, que hacía reír hasta a los más serios. "¡Ya viene, ya viene! ¡Bajen los cartones! ¡Presidenta, presidenta!", soltaban con jiribilla cuando ni venía, ni eran cartones, menos la caravana presidencial.

Una de las nietas de doña Socorro consiguió, en los pocos caseríos que había desperdigados en el cruce, una silla para que la abuela descansara.

Después de pasadas las primeras horas de la espera, los más jóvenes, que no han llegado todavía a la edad en que el tiempo enseña a los hombres la paciencia, preguntaban a los mayores si en realidad pasaría por allí la Presidenta. Hasta ahora, ningún personaje de ese rango se había acordado de que existieran estas comunidades.

Pero doña Socorro se aferró al retrato que pegó en una cartulina todo el tiempo, hasta que alguien dio la voz de alerta: "Ahí viene", y de inmediato se colocaron del lado del carril donde Claudia venía de copiloto. Era una fila de unos 15 metros aproximadamente. La familia de doña Socorro quedó hasta el final de la fila.

Eran la cinco de la tarde, pronto oscurecería el cielo. Para sorpresa de todos, la Presidenta no solo pasó sino que descendió del vehículo en que se transportaba y avanzó hacia los jonutecos y jonutecas que la abrazaron, le dieron la bienvenida y le entregaron solicitudes escritas a mano, en hojas escolares. Javier May, el Gobernador anfitrión, acompañó a la Presidenta en la ola humana de afectos. Nunca antes del presidente Andrés Manuel López Obrador, una Presidenta y un mandatario tabasqueño recibían tanto cariño del pueblo.

La multitud estaba feliz, era más de lo que esperaban, considerando que la caravana presidencial iba retrasada para el segundo evento. Cinco minutos duró el encuentro con abrazos, saludos y palabras de cariño. Luego la mandataria volvió a la caravana, esta vez los vehículos avanzaron a vuelta de rueda, para que nadie se quedara sin saludarla.

"¡Es un gusto conocerla! ¡Los jóvenes de Tabasco estamos con usted! ¡Dios te bendiga, Presidenta! ¡Saludos de El Porvenir! ¡Hasta pronto! ¡Señora Presidenta, señora Presidenta, gracias! ¡Estamos contigo, Presidenta! ¡Bienvenida a Jonuta!", gritaban y extendían sus manos oscuras, sus manos callosas, sus manos jóvenes, sus manos pintadas, sus manos con anillos sencillos, sus manos trabajadoras, solidarias y agradecidas para saludarla o tocarla. Ella correspondía haciendo lo mismo.

Doña Alicia, que estaba al final de la fila, logró también saludarla, y Claudia vio el cartel con su retrato, donde portaba la banda presidencial, y devolvió el agradecimiento con una sonrisa. La hija de doña Socorro, de nombre Josi, y su nietecita, no cabían de contentas porque también saludaron a la primera mujer que gobierna México y visita estos lares.