Después de una larga temporada volví a leer teatro. He leído con esmero El corazón de la bestia de Vicente Gómez Montero, narrador y dramaturgo. Previo a mi lectura, asistí a la primera presentación de esta obra teatral —publicada por Bibliófagos— en Gabolibros, librería villahermosina. En este recinto, Gómez Montero no solo hizo comentarios sobre la escritura de su obra, sino que cedió el espacio para que dos actores representaran a personajes de El corazón de la bestia: Krime, Brais y Narel; acciones que el público agradeció con acotaciones posteriores.
Durante tres noches leí la obra de sesenta cuartillas: un acto por noche, y en cada momento fui a dormir con el recuerdo de las líneas finales de sus tres capítulos: un grito atroz ante el crimen y un corazón mordisqueado; dos corazones heridos y angustiados por una mujer que posee el control de las bestias; y el exterminio de uno de los corazones ocultos en cajas.
De acuerdo con Erik Santoyo, en el prólogo, Gómez Montero "nos deja ver que las bestias no aman, sufren (si acaso), y aceptan su condición; eso, por un lado, les permite liberarse de la concepción del bien y del mal y les deja actuar sin pensar en las consecuencias morales de sus actos; la muerte no es un obstáculo para sus ambiciones, la falta de amor no es un impedimento para sentirse plenos, la sociopatía como parte de su condición nos deja observar sus diversas formas, desde su cautivadora belleza hasta la monstruosidad de su ser".
Como se esboza en el título de la obra gomeziana, la trama muestra el conflicto de dos bestias, Krime (nueva) y Brais (anterior), y de Narel, una joven a quien identifico como la voz racional o de equilibrio entre ambos.
Durante mi lectura de las últimas noches, recordé la importancia de las bestias en la literatura universal, así como la noción de bestiario. Está demás enumerar el catálogo que nos ofrece la mitología, pero entre estos mismos recuerdos traslado a este párrafo la figura de minotauro (mitad hombre, mitad animal), nacido en la mitología y reconstruido por Jorge Luis Borges en el cuento-ensayo "La casa de Asterión".
Sin embargo, el autor de La enfermedad de la rosa (2006) y El aquelarre barroco: crónicas de San Monté, la ciudad desesperada (2013), alude a las bestias humanas que deambulan entre nosotros y que en las márgenes habrán de encontrarse para destruirse, como buscan aniquilarse las brujas en el cuento "El juego más antiguo", del narrador Alberto Chimal.
Si Vicente Gómez Montero, lector de oficio, construye su obra en torno a las bestias, resulta imposible no pensar en otra figura como la del dictador, dado que sus personajes, Krime y Brais, hacen uso de sus poderes tiránicos para aniquilarse a lo largo de tres actos. Estas acciones, las de Krime y Brais, construyen un puente entre El corazón de la bestia y otras obras de la literatura latinoamericana que abordan el perfil del dictador, como en La fiesta del chivo y Conversación en la catedral, de Mario Vargas Llosa; El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias; Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos; Tirano banderas, de Ramón del Valle-Inclán; entre otros opresores que hemos leído en distintas obras de la literatura vigesémica, y como los hemos conocido, además, a través del periodismo que registra la vida cotidiana: el caso de Idi Amín, gobernante de Uganda entre 1971 y 1979, autoproclamado "El último rey de Escocia", pero conocido en el mundo con el mote de "El carnicero de Uganda". Su historia cruenta está en las crónicas y en el cine del siglo XX y principios del XXI.
Escrita con ironía, Gómez Montero sube al escenario laberíntico (la oficina de un bar) a un par de bestias, veterana y joven, para bocetar ciertos elementos del esperpento. Con ilustraciones de Mariana Hernández Jalil, la obra provoca, como decía en líneas anteriores, sobresaltos al lector en la terminación de cada acto:
Narel se despoja de su vestido, de espaldas al público, frente a Brais que la mira extasiado. Ella lo recuesta, le quita la camisa, lo besa, domina a Brais que se deja hacer.
Narel avanza aún más, excitándolo. De entre ellos, aparece Krime, en su apariencia bestial. Participa un momento del juego sexual. Brais nota, de repente, quién es. Luchan un poco, Narel se aparta. Krime mata a Brais, le arranca el corazón. Todos gritan. Finalmente, Brais muere. Krime con el corazón de su enemigo en la mano, le da dos mordidas.
[...] Da dos mordidas más al corazón que arroja a Narel que lo recibe horrorizada. Narel grita.
Luego vendrá el juego diabólico o de venganza de Narel al punzar el corazón de ambos, órganos que habían estado bajo resguardado en cajas, ante el grito de las bestias y cuyos cuerpos se retuercen en el piso, palpitantes como en "El corazón delator", de Edgar Allan Poe.
Las bestias, muertas y resucitadas, revividas y otra vez fallecidas, se aniquilan a lo largo de los actos, debaten sobre el binomio vida y muerte, y, ante todo, sobre la condición de ser bestia.
Estamos ante un viaje al interior de un bar, aunque también frente a un desplazamiento entre el pensamiento de dos seres (en cuerpos humanos con un gran dominio animal) que desean extinguirse a dentelladas, mediados por la racionalidad de Narel. Desde luego, vendrán otras lecturas de El corazón de la bestia, y nuevos abordajes a esta obra escrita para ser puesta en escena.
Vicente Gómez Montero (1964), de raíces veracruzanas, es el escritor más productivo radicado en Tabasco. Ha escrito obras narrativas y dramatúrgicas. En 1996, publicó Las puertas del infierno y desde entonces, ha firmado más de una decena de libros, que incluye, además, las obras teatrales reunidas en Los órganos milagrosos y otras obras de teatro (2004) y en Cuando las hadas se volvieron locas (2010), una trayectoria que lo llevó a ganar el premio Celestino Gorostiza de Teatro, convocado por el INBA y otras instituciones, con la obra "El otro hijo"; la Muestra Estatal de Teatro (2010) con la obra "Las lámparas no son estrellas", a propósito de la vida de Esperanza Iris; y la presea Celestino Gorostiza (2017), que le entregó la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco por trayectoria teatral.
A su extensa obra y variada es importante añadir sus narraciones: El cargador de juguetes (2010) y El cañón, la calles y las mentiras. La historia de Fidencia (2023), además de su cuento infantil El príncipe y los sortilegios (2017) y la novela La Tumba del Andrógino (2022)