El Disipador Mexicano

¿Por qué aquí no prenderá la Revolución Z?

SEGUNDA DE DOS PARTES

El Punto de Quiebre: La Tormenta Perfecta

Entonces, ¿es el sistema mexicano infalible? No. Simplemente requiere de una crisis más específica para fracturarse. El escenario más factible para una revolución juvenil en México no sería una revuelta ideológica, sino una explosión reactiva y violenta provocada por la convergencia de una crisis fiscal con un acto de represión torpe.

Este es el detonante: una crisis económica severa, ya sea por presiones externas o por una mala gestión interna del creciente endeudamiento público, obliga al gobierno a hacer lo impensable: recortes masivos y visibles a los programas sociales. El disipador de calor se apaga. De un mes para otro, millones de jóvenes dejan de recibir su transferencia. El pacto clientelar se rompe (ya pasó con el PRI: El fin del reparto agrario + Caída del modelo de sustitución de importaciones + Deuda Pública y crisis financiera).

Al mismo tiempo, la precariedad laboral, que ya es la norma, se agudiza. La tasa de informalidad juvenil, que según datos del INEGI ya ronda el 59%, se dispara por encima del 70%. No hay trabajo formal ni apoyo social. La sensación de no tener "nada que perder" deja de ser una hipótesis lejana y se convierte en la realidad de millones.

Cuando las primeras protestas masivas, genuinamente desesperadas, surgen en las calles, el gobierno, acostumbrado a controlar la narrativa y ahora sin su principal herramienta de pacificación (el dinero), comete el error final: pasa del autoritarismo blando al autoritarismo duro. En lugar de inundar las redes, las ataca. En lugar de ignorar a los líderes, los arresta de forma visible. Una represión de una marcha estudiantil, transmitida en vivo por miles de celulares, sería la chispa que incendiaría la pradera.

Indicadores a vigilar:

1.     Contracción del Gasto Social: Una caída del presupuesto real destinado a transferencias directas (becas, pensiones, apoyos) superior al 10% en un año fiscal.

2.     Tasa de Informalidad Juvenil: Un aumento sostenido que supere el umbral del 65-70%, indicando el colapso de la absorción de jóvenes en la economía formal.

3.     Índice de Confianza en el Gobierno: Una caída abrupta y generalizada por debajo del 40%, especialmente en la confianza hacia las instituciones de seguridad y justicia, según mediciones de la OCDE o encuestas nacionales.

4.     Criminalización de la Protesta: Un aumento documentado en el número de arrestos y procesos judiciales contra manifestantes y activistas.

Estimación de Tiempo:

Asumiendo un continuismo en la actual gestión de concentración de poder y una creciente presión sobre las finanzas públicas, el punto de máxima tensión podría llegar en la segunda mitad del sexenio actual. Un gobierno sin contrapesos institucionales es más propenso a cometer errores de cálculo bajo presión. Si los indicadores económicos y sociales continúan su trayectoria actual (la deuda está aumentando, reformas fiscales, cambios en el PJF, expansión incriminada de presupuesto para programas sociales, desempleo juvenial, etc.), la ventana de mayor riesgo para un estallido de este tipo se ubicaría entre finales de 2027 y mediados de 2028. Ojo, este estallido no será el fin del gobierno actual ni menos, pero si un reajuste en el modelo económico y político (como el PRI en el 68 y 94), muy similar a lo ocurrido en Argentina en el 2024, a Ecuador en el 2025, Irán en el 2022 y España en el 2008.

Será interesante entonces, ver la capacidad de respuesta ante crisis del nuevo (no tan nuevo) grupo en el poder. FIN.