El feminicidio como espectáculo

Ante la inconformidad de la ciudadanía con la explicación de la fiscalía sobre cómo encontraron a Debanhi

Darse cuenta de que a veces la realidad no se puede conocer resulta paradójico en pleno auge de la "sociedad de la información", cuando se produce más contenido que nunca y la inmediatez de las redes da la ilusión de saber lo que ocurre minuto a minuto.

Hace años se conoce en física cuántica el efecto observador, en el que el observador puede influir en cómo se interpreta un hecho, aunque sea una máquina. Algo parecido ocurre a escala social. Cuando un asunto de gran interés público trasciende, la opinión pública puede incidir en cómo se desarrolla.

El feminicidio de Debanhi Escobars un ejemplo. Atrajo todos los reflectores y se difundió información de que durante su búsqueda fueron hallados los cuerpos de 5 mujeres más. El problema es que Irlanda, Jennifer, Brisa e Irma fueron localizadas vivas. Tomó un día hacer la aclaración de que eran cuatro cuerpos los que se hallaron: de María Fernanda y María Jessica, así como otras dos mujeres que no han sido identificadas.

Ante la inconformidad de la ciudadanía con la explicación de la fiscalía sobre cómo encontraron a Debanhi, y las quejas de su padre con la actuación de esta autoridad, al gobernador Samuel García se le ocurrió pedir a la fiscalía que exhiba los videos que ha recabado sobre el caso.

El problema es que si la fiscalía obedece, infringiría el Código Nacional de Procedimientos Penales. Dar a conocer esos elementos podría hacer que su valor probatorio se anule, tomando en cuenta que si hubiera imágenes del presunto feminicida se podría afectar su derecho a la presunción de inocencia, además de que sería inevitable que los jueces tuvieran conocimiento de esos videos antes de la audiencia, lo que viola el principio de no contaminación. Entonces, solo se arruinaría la posibilidad de utilizar esa valiosa información por faltas al debido proceso.

El feminicidio como espectáculo da lugar a una gran especulación en la que se sirven de la desgracia los más diversos intereses, mientras la ciudadanía se erige en fiscalía y tribunal a partir de lo que circula en Internet. Así como se ha dado por muertas a vivas, los partidos políticos más diversos han usado el tema solamente para sacar provecho, lo mismo que “influencers” o personas que no son periodistas han compartido videos al respecto con la única intención de obtener más seguidores. Nada de eso ayuda a obtener justicia para las víctimas.

El exceso de polémica sobre un feminicidio en particular resulta tan nocivo como ignorar a la generalidad de las víctimas. En lugar de escudriñar los detalles de un caso que por el momento no deben ser dados a conocer, la sociedad debe buscar respuesta a preguntas todavía más difíciles e incómodas: cómo se gesta un feminicida y por qué puede llegar a matar sin alguien le ponga antes un alto.

Habría que aceptar que si los feminicidios son un fenómeno tan extendido es porque las condiciones actuales los propician. La impunidad sobre otros delitos de violencia de género, como el estupro, incesto, violación y violencia familiar es un factor. El machismo sumado a la continua escalada de violencia por la delincuencia organizada también ha favorecido entornos en los que resulta más peligroso ser mujer o niña hoy que hace 20 años.

Siempre habrá quien busque negar la realidad o tergiversarla para no admitir su parte de responsabilidad. Lo cierto es que para poder cambiarla, primero hay que aspirar a entenderla para poder atender las causas y no solo los efectos de los problemas.