El hombre contemporáneo: entre desafíos y valor

Introducción

En tiempos donde el debate sobre la igualdad de género ocupa con justicia un lugar central, la figura del hombre suele ser observada únicamente desde la crítica o el estereotipo. Sin embargo, reducirlo a una caricatura es desconocer una realidad mucho más compleja. En nuestra sociedad también existen hombres víctimas de manipulación emocional, violencia económica o relaciones abusivas, que buscan vivir con honestidad, sensibilidad y responsabilidad. Reconocer su valor y humanidad resulta indispensable para comprender el momento que vivimos.

La crisis de identidad masculina

Especialistas en psicología y sociología coinciden en que el hombre del siglo XXI atraviesa una verdadera crisis de identidad. Ya no basta con ser proveedor o mostrarse fuerte: se espera apertura emocional, empatía, participación familiar y coherencia en sus vínculos. Este proceso, lejos de ser negativo, representa una oportunidad para construir una masculinidad más sana y libre de estereotipos.

No se trata de negar los problemas: algunos hombres cometen abusos y violencia, y esas conductas deben ser condenadas. Pero también hay hombres maltratados por mujeres, abusados económicamente, manipulados emocionalmente o víctimas de violencia silenciosa.

Hace unos meses, un profesor de secundaria —padre de dos niñas— llegó a la escuela con el rostro marcado por un golpe. Algunos compañeros pensaron que había sido asaltado. Más tarde, en confianza, confesó que había sido su esposa quien lo había agredido en medio de una discusión. Él no reaccionó, no gritó, no se defendió. "Si yo le hubiera levantado la mano, hoy estaría detenido", dijo con vergüenza. Nunca lo denunció. Continúa trabajando, cuidando a sus hijas, intentando salvar un matrimonio donde la violencia emocional y física viene de quien menos se espera. Ese testimonio, como muchos otros, evidencia que hay hombres que también sufren, callan y son juzgados cuando muestran esa vulnerabilidad.

Ejemplos de violencia y discriminación hacia hombres

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2016), el 30.6% de los hombres en México reportó haber vivido algún tipo de violencia: 29.1% emocional, 19.7% física y 7.6% sexual. Sin embargo, la mayoría no denuncia, en gran medida por vergüenza, miedo a la burla o falta de mecanismos institucionales de apoyo.

Además, existen formas de discriminación estructural que pocas veces se nombran:

  • En los procesos de custodia de hijos, muchos hombres enfrentan barreras legales y culturales que les impiden ejercer plenamente la paternidad.
  • Socialmente, un hombre que elige dedicarse al cuidado familiar suele ser objeto de estigmas y burlas.
  • La violencia entre hombres, por ejemplo en espacios escolares o laborales, tiende a minimizarse como "algo normal".

Estos ejemplos muestran que la violencia y la desigualdad de género no tienen una sola cara. Reconocer a los hombres como posibles víctimas no significa restar importancia a las luchas históricas de las mujeres, sino ampliar el panorama para construir una sociedad más justa.

El papel de la CNDH y el Programa PAMIMH

En México, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a través de su Programa de Asuntos de la Mujer y de Igualdad entre Mujeres y Hombres (PAMIMH), con sede en la Cuarta Visitaduría General y alcance en todo el país, es la institución encargada de atender quejas por violaciones a los derechos humanos relacionadas con el género.

El PAMIMH no solo protege los derechos de las mujeres, sino que también da cauce a casos donde los hombres enfrentan violencia o discriminación por razones de género. Con ello se busca garantizar que el principio de igualdad y dignidad sea realmente incluyente y universal.

Transformaciones y ejemplos internacionales

En México, la transformación de la masculinidad se refleja en la apertura de los hombres jóvenes a cuestionar roles tradicionales y participar activamente en la vida familiar, aunque persisten presiones sociales rígidas. En Estados Unidos, cada vez más hombres adoptan la paternidad activa y la expresión emocional, impulsados por movimientos sociales y estudios sobre masculinidad positiva. En Brasil, un país igualmente diverso, los cambios se notan en áreas urbanas y rurales, donde los hombres jóvenes desafían estereotipos, aunque las desigualdades económicas y culturales siguen marcando diferencias.

La investigación psicológica y antropológica destaca que la masculinidad positiva no se mide por fuerza o dominio, sino por capacidad de cuidar, escuchar y ser auténtico. La antropóloga Sarah Blaffer Hrdy señala que "hemos tenido que llegar al siglo XXI para que los hombres convivieran de cerca con los bebés y se viera su potencial".

El sociólogo Michael Kimmel sostiene que "la masculinidad no es un conjunto de rasgos fijos, sino un rol social que cambia con la cultura y la historia", mientras que Raewyn Connell recuerda que "no todos los hombres ocupan posiciones de poder; muchos viven bajo presiones rígidas que afectan su bienestar emocional".

Una masculinidad digna y positiva

Valorar al hombre contemporáneo no significa justificar conductas violentas, sino reconocer que también existen hombres nobles, sensibles, responsables, trabajadores y comprometidos que aportan a sus familias, a sus comunidades y a la sociedad. La masculinidad del siglo XXI está en transformación, y en esa transición hay dignidad, vulnerabilidad y también esperanza. Hablar de ella con equilibrio no sólo es justo, sino necesario.

Reflexión final

Porque comprender al hombre de hoy es aprender a mirar la vulnerabilidad como un acto de valentía y la sensibilidad como un signo de fuerza. (*Abogada y Escritora)