No son su “clientela”, como despectivamente la llaman los enemigos del Presidente, son 52.4 millones de seres humanos en situación de pobreza más 8.6 millones de personas altamente vulnerables a la misma; en conjunto representan el 49% de la población de este país. Junto a ellos, desde que comenzó a trabajar en los camellones chontales, es que Andrés Manuel López Obrador, ha querido echar su suerte. Lo acaba de hacer de nuevo, en esta hora grave para México y para la humanidad, en el patio de honor de Palacio Nacional.
Con rabia inusitada y un furor golpista aparentemente incontenible se le fue encima al Presidente la derecha conservadora y el coro, casi uniforme, de periodistas, intelectuales y “líderes de opinión” que se lanzaron a una nueva y masiva operación de linchamiento mediático. “No habló de quienes realmente hacemos que este país salga adelante”, y mienten —porque sí habló de ellos, pero no sólo de ellos— y lo tildan de comunista, de populista, de ciego. Lo acusan de conducir el país al fracaso.
Y todo porque su apuesta central y la de su gobierno es por los pobres. No toleran que haga tanto énfasis en ellos, que los programas de bienestar tengan ya rango constitucional; que no puedan acabar de un plumazo con “Sembrando vida”, la pensión a los adultos mayores, las becas a niñas y niños, los “Jóvenes construyendo el futuro”. Los pobres les molestan; los irritan. Su sola existencia da testimonio del fracaso del proyecto político-económico que representan: no los ven, los niegan, los borran; “pobre imbécil”, te dicen para insultarte.
Les desagrada profundamente que, en defensa de su apuesta de vida López Obrador invoque incluso el evangelio: “su evangelio”. ¡Sacrilegio!, gritan y desgarran sus vestiduras porque un presidente juarista como Andrés Manuel cita al Papa, esas y esos que no dijeron nada sobre la evidente ruptura del Estado laico que se produjo con Salinas de Gortari, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto postrados ante el pontífice en turno. Ya se les olvidó que en el pasado revolucionario de América Latina hay más cruces que hoces y martillos, y que pesa más la “opción preferencial por los pobres”, la palabra de Monseñor Óscar Arnulfo Romero y de Ignacio Ellacuria que los dogmas del partido comunista. Ya se les olvidó también que “en el nombre de Dios” actuaron los escuadrones de la muerte y que su caudillo Felipe Calderón alzaba, como Francisco Franco, una cruz y una espada ensangrentadas.
Como nunca antes, los conservadores se sienten en condiciones de librar lo que consideran será “la batalla decisiva” en contra del gobierno democrático de López Obrador. Apuestan a que la muerte y el caos se ceben, como siempre, en los más pobres. Tienen —salvo honrosas excepciones— el apoyo de los medios de comunicación y a los más rapaces e ideologizados entre los barones del dinero. Como no tienen al ejército han establecido lazos con el crimen organizado y esperan que esos de los que hablan con tanto desprecio caigan derrotados por el virus o terminen seducidos y se alcen en contra de quien ha apostado su vida por ellos. Quieren tumbar a López Obrador. Se empeñarán a fondo, estoy seguro. Fracasarán, también estoy seguro. No entienden que no es contra ellos, carajo, sino con los pobres porque esa es la única apuesta sensata. @epigmenioibarra