*Una vocación para aprender y enseñar de manera permanente
*La disciplina del aula y del periodismo: un trabajo diario
*Escritos con carga autobiográfica; pistas para conocerlo
Es un lugar común pero no por eso menos cierto, que los reconocimientos, los homenajes, tienen que ser en vida. Hablar de quienes están ausentes físicamente debe ser un memorial. Quiero decir con esto que referirnos a Antonio Solís Calvillo, recientemente fallecido a los 56 años, es valorar obra y ejemplo, que siga entre nosotros mientras seamos capaces de apreciar sus virtudes, y ejercerlas.
El jueves pasado, Diario Presente y La Cueva de los Alebrijes, entregaron un reconocimiento a la familia de Solís Calvillo, colaborador de estas dos casas de promoción cultural y difusión.
Con Toño Solís Calvillo me unieron por fortuna varias coincidencias: el periodismo, la literatura, la política, el magisterio, y las cosas sencillas de la vida como el afecto y el respeto. Del magisterio coincidí no porque yo haya ejercido esa noble actividad, sino porque mi madre y mi padre fueron maestros rurales allá por los años 50 y 60. De esto, de las escuelas rurales, hablé en varias ocasiones con quien fue también un convencido maestro.
Se supone que hablaría yo de Toño Solís como periodista, pero lo concibo de manera integral: el periodismo como el magisterio, el periódico y los impresos en general, como una extensión de las aulas. El periodismo y la literatura fue siempre para él un ejercicio de docencia, de enseñanza y aprendizaje permanente.
Cumplió el apotegma de Enrique González Pedrero y Julieta Campos: no se puede concebir la política sin la profundidad que da la cultura. De esa misma forma tampoco se puede concebir el magisterio, ni el periodismo, sin cultura.
Creo que lo conocí cuando un numeroso grupo de entusiastas literatos o aspirantes a serlo, fundaron allá a finales de los años ochenta, la Sociedad de Escritores Tabasqueños, de la que Toño Solís fue un integrante muy activo. Llegó a ser presidente de esa agrupación entre 1992 y 1993.
Nos volvimos a encontrar en varias ocasiones y nuestros destinos se cruzaron a mediados de los noventa cuando Toño Solís dejaba la dirección de La Verdad del Sureste, periódico fundado por AMLO, y me tocó entrar al relevo. Contó Toño Solís que ya antes de ser director colaboraba en La Verdad y "por flojera", contó, dejó de hacerlo. En realidad no fue por flojera sino porque le gustaba involucrarse en demasiadas actividades. Sin embargo, nuevamente los buscó Alberto Pérez Mendoza, cercano colaborador de AMLO, para decirle que Andrés Manuel lo invitaba a publicar dos veces a la semana una columna a cambio de cien pesos por cada artículo.
Escribió Toño: Para mí fue fabuloso, Era la primera vez que iba a cobrar por escribir. La columna se llamó "Historias conocidas", y fue publicada los martes y jueves. La sostuvo cerca de dos años. De columnista pasó a ser director de La Verdad...hasta que yo entré en su relevo, también invitado por AMLO.
Estoy seguro que la disciplina del periodismo diario, aparte de su disciplina como profesor ante grupo, le dio la fuerza, voluntad y habilidad que luego practicó los últimos días de su vida: escribir un textos de 800 a mil palabras todos los días. Para publicar utilizó su página de Facebook, a la que fue asiduo.
PISTAS DE UNA VIDA
Una característica de la mayoría de sus textos fue el tono autobiográfico. Pareciera que Toño nos dejó pistas para reconstruir no sólo su paso por esta vida, sino también el sentido que procuró darle. No resulta extraño que ya jubilado se haya metido a estudiar filosofía.
Como parte de esas pistas autobiográficas por ejemplo, sabemos que Toño Solís egresó en el Grupo "C" de la normal José Guadalupe Mainero, de Matamoros, Tamaulipas, un 30 de junio de 1979. Fueron unos 250 nuevos profesores y profesoras que se dispersaron por las comunidades del país –utilizo sus palabras- "para luchar contra el fanatismo, contra la ignorancia del alfabeto, y trabajar por los valores de una mejor convivencia". Fueron cuatro años de estudio que inició en 1975 y concluyeron, como les decía, en 1979. Eran tiempos en que la educación normalista, para maestros, era una carrera corta y se cursaba apenas terminada la secundaria. Por eso, contaba, que apenas entre los 19 y 20 años cumplidos ya eran "flamantes profesores".
En varios escritos recordó a sus colegas, a sus amigos, a sus compañeros. En especial tuvo palabras de reconocimiento para sus profesores, como aquella maestra que les dijo: si alguien piensa que ser maestros es para hacerse rico, está a tiempo de salirse". O también, otro más que les advertía: "la naturaleza es tan sabia que aún con los males maestros, los alumnos aprenden". Decía Toño Solís que uno de sus profesores les aconsejó: "si un alumno moquiento les regala un taco, agárrenlo, aunque no se lo coman. Si los desprecian, ellos nunca lo olvidarán".
Largo sería el tiempo si hablamos de un labor política, primero en el sindicato de maestros, luego en el movimiento obradorista en el PRD, y después en el movimiento de regeneración nacional".
Estoy convencido que uno de los textos que sintetiza la visión de Toño Solís de su quehacer y compromiso social es el de "Clubes y talleres por todos lados", publicado allá por junio de 2024. En ese texto invita a impulsar talleres por todos lados: de cultura, arte o academia, De práctica de deportes, Para que niños, jóvenes, adultos, ancianos, mujeres, hombres, tengan la posibilidad de esculpir al ser humano. Hacerlo en todos los sitios posibles.
Es el mejor homenaje que podemos hacer a personas como Antonio Solís Calvillo.
Palabras pronunciadas en la entrega de reconocimiento a la familia Solís Correa, en la Biblioteca J.M. Pino Suárez. (vmsamano@hotmail.com)