* Crónica del fin: documental con clave política de vanidad desde el poder
* Vanidad, depende de contenido carbonizado: cenizas del poder desnudo
* Weber, política sin vanidad: asumir las consecuencias de nuestros actos
EL DOCUMENTAL "PRI: crónica del fin", realizado por la periodista Denise Maerker, tiene como audaz hilo conductor la vanidad humana que habita el poder político y lo distorsiona. Cubriendo un arco de tiempo 1929-2000, esta reconstrucción histórica se basa en testimonios de protagonistas que muestran involuntariamente el daño social que la vanidad personal puede causar desde espacios institucionales de poder.
El documental parece advertencia del viejo régimen al nuevo: la vanidad que aturde la gestión política. Otra señal con clave vanidosa es el retorno de Diego Fernández de Cevallos a los focos públicos, entrevistado por Adela Micha (26/9/2025). El otrora "jefe Diego" -como lo llamaban sus adherentes-, de 84 años, descalifica sin más a la 4T, aunque curiosamente reconoce el desprestigio del PAN como opción política. Sus expresiones dominantes, de todos modos, visualizan el poder como cuestión elitista, sin mencionar la legitimidad que otorga la ciudadana a un gobierno. Fernández de Cevallos deja ver su gusto por una democracia sin ciudadanos de carne y hueso. Escribió Edmund Wilson: "las ideas, por más correctas que sean, nunca prevalecerán por ellas mismas: debe haber gente que esté preparada para sostenerlas o caer con ellas".
SACUDIRSE LA VANIDAD
COMO ADVERTENCIA contra la vanidad, Elías Canetti escribió: "la palabra más imprecisa de todas: yo". La vanidad conduce a la construcción de un desierto con nuestras propias manos. Los políticos vanidosos dejan desiertos a su paso.
El filósofo inglés Bertrand Russell identificó un problema de origen: "los dos grandes deseos humanos son el poder y la gloria." En este sentido, multitud de políticos cae presa de la vanidad y se alimentan de ésta. La palabra procede de ´vanus´: hueco, vacío, y refleja el deseo de ser apreciado a toda costa, con independencia de méritos reales. Oropel. Ahora mismo vemos muchas expresiones de soberbia...y cinismo.
La vanidad en política se sostiene con la apariencia y depende de la imagen. Importa así la construcción de una ´personalidad social´ que es mero reflejo de la opinión de los demás, sin referencia a logros personales: popularidad vacía. Personalidad social: ego que necesita ser continuamente corroborado por el elogio de los demás, porque fuera de él no es nada: es un ser vano.
El pensador español Baltasar Gracián diferenciaba entre la magnanimidad, que busca la excelencia, y la vanidad que sólo busca el aplauso. Desde esta perspectiva, el ejercicio del poder parece estar más relacionado con la teatralización que con la transformación social.
VANIDAD MULTIPLICADA
LA VANIDAD en política se potencializa por el espíritu de los tiempos virtuales. El siglo XXI funciona con imágenes veloces que limitan el tiempo de reflexión. No hay tiempo para detenerse y el vértigo favorece a quienes no quieren reflexión.
En este momento, las redes sociales virtuales producen una explosión de vanidad: búsqueda de la aprobación ajena. La implementación de ´likes´ (me gusta) es uno de los descubrimientos más astutos de la industria digital, porque se vive como premio y propicia dependencia psicológica. La personalidad real queda suplantada por esa imagen virtual que espera, a veces angustiosamente, ser reforzada. El vacío del ´like´.
¿Hay antídotos? Sí. Véase a Max Weber: "la vocación política debe normarse por el sentido de la responsabilidad y ser cuidadosa de las consecuencias de cada acto." Y una clave de equilibrio ético: "el buen político debe sentir pasión, pero una pasión atemperada por la prudencia, la mesura, una pasión que se cuide de no incurrir en la vanidad".
Otro antídoto, del poeta Paul Celan: "veo vivir mi oscuridad. La veo hasta el fondo: aún allí es mía y vive". Cambiemos oscuridad por vanidad. Quizás el ´yo social´ no puede arrancarse la vanidad: sólo puede moderarla.
La política debe tomar otros vuelos, ser actividad digna y no simulación. Pero ahí está la historia para recordarnos cómo se construye el fracaso.
(vmsamano@hotmail.com)