Como él mismo sí lo es, Enrique Krauze en su texto "Siglo de caudillos" se atrevió a generalizar y asegurar que México es el país más "carlyleano" que hay, en el sentido de que el escritor escocés afirmaba: "La historia del mundo es la biografía de los grandes hombres", así como una escritura sagrada que los seres humanos deben "descifrar".
Y con la anterior convicción por delante, el ex compañero en la Facultad de Ingeniería de la UNAM de Raúl Salinas de Gortari y de Manuel Muñoz Rocha (diputado federal del PRI a quien se le relacionó con el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, y cuya supuesta osamenta "fue encontrada" en tiempos de Ernesto Zedillo con la ayuda profesional de "La Paca", una vidente contratada para tal fin por la Procuraduría General de la República, encabezada por el panista Antonio Lozano Gracia), se dio a la tarea de escribir las biografías de un grupo de hombres representativos de un siglo de nuestra historia que va de 1810 a 1910, y entonces en este libro de 1994 contó la vida de Miguel Hidalgo, de Morelos, de Iturbide, de Santa Anna, de José María Luis Mora, de Lucas Alamán, de Melchor Ocampo, de Benito Juárez, de Maximiliano, y de Porfirio Díaz, a quienes les dio el calificativo de "caudillos".
Escribió Krauze: "Pese a que México había dejado de ser una colonia y no ocupaba ya un sitio en el orden supranacional del imperio español, no era todavía una nación: formaba, hasta por su accidentada geografía, un mosaico de pequeños pueblos, comunidades y provincias aisladas entre sí, sin noción de la política, menos aún de la nacionalidad, y gobernados por hombres fuertes de los lugares" conocidos como "caciques", quienes se convirtieron en "caudillos" cuando trascendieron su ámbito local y llegaron a tener una influencia y un poder más amplio a nivel nacional.
Pero este encantamiento por las biografías y por los caudillos, Enrique Krauze lo mostró desde su tesis para obtener el grado de doctor en historia por El Colegio de México, texto titulado precisamente "Caudillos culturales de la revolución mexicana", en donde estudió la biografía y pensamiento de la generación de 1915 en México conocida como la de "Los siete sabios": Manuel Gómez Morín, Vicente Lombardo Toledano, Alfonso Caso, Teófilo Olea y Leyva, Alberto Vázquez del Mercado, Antonio Castro Leal y Jesús Moreno Baca.
Pero el empresario Enrique Krauze no se quedó en estos dos textos, sino que también, entre otros más, publicó ocho volúmenes con el nombre genérico de "Biografía del poder" con las vidas de Porfirio Díaz, Madero, Zapata, Villa, Carranza, Obregón, Calles, y Lázaro Cárdenas.
Enrique Krauze dice de sí mismo que es un demócrata, pero como se puede ver en gran parte de su obra pareciera que está encantado con los "caudillos", y no sólo en el aspecto teórico, sino también en la vida misma: colaboró desde los años setenta hasta su muerte, con Octavio Paz, un intelectual al que muchos integrantes de la comunidad cultural le dan el calificativo de "caudillo" o, ya de plano, de "cacique". Y él mismo en lo que va del siglo veintiuno es uno de los dos "caudillos" o "caciques" del mundo cultural e intelectual del país. Amén de que en términos de nacionalidad, buscó y logró ser súbdito de la corona española.
Pero también Enrique Krauze por su encantamiento hacia los caudillos ha querido ver esa característica en personajes de la vida política mexicana contemporánea, y en su momento se la endilgó a Andrés Manuel López Obrador, llegando a calificarlo como "mesías tropical". O en 2023 cuando en su texto "Viejo y nuevo carisma" dijo que "el carisma ha cambiado de polo": de AMLO pasó a Xóchitl Gálvez, quien, según el comentarista de Televisa, "Xóchitl Gálvez no cree ´encarnar´ al pueblo. Es parte natural de ese pueblo. Ahí reside su carisma. Mujer ante todo, y de origen modesto, indígena y mestiza, sojuzgada, liberada por sí misma, estudiante, ingeniera, empresaria, funcionaria pública, su biografía es una metáfora del mexicano que busca una vida mejor. Nada más, pero nada menos. Alegre, valiente, firme, no se doblegará".
Y en la búsqueda de un "caudillo perdido" para biografiarlo, en este 2025 Enrique Krauze ha dirigido su mirada hacia Ernesto Zedillo, quien fuera presidente del país de 1994, cuando llegó debido al asesinato de Luis Donaldo Colosio, a 2000 cuando entregó la presidencia al PAN después de seis años de un gobierno por demás errático.
Y para darle un hilo conductor a la biografía de Zedillo, ha empezado por endosarle el mote de "el verdadero hijo del 68", contradiciéndose a sí mismo porque en 2008 en su texto "El legado incierto del 68" había escrito que "la izquierda mexicana de hoy es la heredera natural del 68 y, por lo tanto, la principal responsable histórica de aquel legado".
Aunque a decir verdad, a lo mejor Enrique Krauze no se contradice sino que se complementa: mientras la izquierda es la "heredera natural" del movimiento del 68, Ernesto Zedillo es el "verdadero hijo" del represor del movimiento del 68. O como diría Gustavo Ramírez Díaz en su texto "Anatomía de una mentira: el verdadero hijo del 68": "Hay que reconocer que el título de Krauze no está del todo equivocado, le faltó una precisión: Zedillo sí es el verdadero hijo del 68, pero no de los estudiantes, ni de la libertad y democracia que exigían. Es el hijo de Gustavo Díaz Ordaz, un hijo que siguió el ejemplo del padre, como lo mostraron Acteal y Aguas Blancas".