Lectura: imaginación y sensibilidad, arte de vivir

Lectura: imaginación y sensibilidad, arte de vivir

¿Qué tanto nos podemos aventurar en una lectura? Un amigo en común me decía que es parte de la imaginación la que permite ese viaje, crear la atmósfera, donde lo mismo estamos en diferentes siglos, países, disfrutando climas, lugares, pero sobre todo tramas que permiten identificarnos con alguno de los personajes.

Con la lectura podemos llegar al clímax del llanto, preocupaciones, alegrías, ilusiones, desesperación, o el encuentro de uno como persona.

Menciona el escritor argentino Alberto Manguel -cuya característica era leerle a Jorge Luis Borges, ya en sus momentos de oscuridad-, que ese placer lector es un privilegio de la infancia y también de la edad madura, la que nos hace caer en ocasiones en la nostalgia.

Aunque leer –insiste- es una de las técnicas básicas de todo ciudadano activo en una sociedad llamada letrada. Para cumplir con ciertas responsabilidades cívicas y disfrutar de ciertos derechos sociales, un ciudadano necesita saber descifrar códigos a través del cual le formulan reglas, instrucciones, advertencias y anuncios.

El conocimiento de las letras del alfabeto y de las reglas de sintaxis son necesarios para la persona, si no las aprende, éste se ve disminuido en sus funciones, si la sociedad no las enseña, ésta pierde un pagador de impuesto más lucrativo. Leer en este caso equivale a adiestrar, sostiene el autor del libro “El legado de Homero”.

Y abunda que leer tiene también un significado más complejo, en otro sentido es el arte de dar vida a la página, establecer con un texto una relación amorosa en la cual está la experiencia íntima y palabra ajena, el vocabulario propio y la literatura de otro, convergen y se entremezclan como las aguas de dos ríos y se funden en un solo caudal, donde ya no se puede distinguir si es una frase cualquiera o de un poeta.

Esa incorporación del texto, ese sentido en carne propia, este vivir a través de la crónica de vivencias ajenas a la suya propia, este ver el mundo a través de los iluminados ojos de un Miguel Hernández, de un narrador, o de un artesano de palabras es lo que llaman el arte de leer.

Dos aspectos de cómo leemos y nos comportamos frente a lo cotidiano y un libro. Dos formas de viajar, una de manera concreta y estacionaria, la otra, casi sin reglas, sólo se necesita la sensibilidad.

El escritor Juan Villoro señala que leer tiene al menos dos realidades: el mundo que nos consta, donde ocurren los hechos, y un mundo imaginario que compensa estos hechos y los vuelve más tolerante.

Lo que nos lleva a enriquecer de forma significativa el mundo, el cual nos queda a deber –indica el escritor- porque hay dolores, injusticias, escenas que lastiman, o cosas maravillosas que deseamos conservar.

No olvidar que la literatura pertenece a esa compensación imaginaria de la realidad, como mencionaba al principio, nos ayuda a aventurarnos, e incluso soñando para llevarnos a distintas dimensiones.

PARÉNTESIS

EL obispo de Tabasco, Gerardo de Jesús Rojas López, señaló que aún es muy temprano para exigir frutos. Entiende que hay reacomodos, y todavía se están forjando los cimientos. Su reflexión dominical.