Recuerdo que fue por 1987 cuando gracias a una invitación del periodista, historiador y editor oaxaqueño Joel Hernández Santiago, tuve el privilegio de acudir a una cena con don Luis González y González en su domicilio particular en la Ciudad de México.
Ahí, sentados en la mesa del comedor, don Luis, su esposa doña Armida, Joel y yo, departimos y, yo al menos, abrevé de la sabiduría de este gran historiador y formador de historiadores, y en medio de la conversación, Joel comentó que mi familia materna era de Michoacán, y don Luis, orgullosamente michoacano, me preguntó de dónde eran y me solicitó que le platicara algo de mis ancestros.
Le dije que mi abuelo, Donaciano Cárdenas, era de Jiquilpan, y que mi abuela, Fausta Salazar, de Angangueo, pero que salieron de esa entidad en 1926, y que por eso mismo mi mamá, María de la Paz, nació en enero de 1927 en San Luis Potosí, dentro de su andar hacia la capital del país, a donde arribaron meses después para sólo regresar a su tierra natal en visitas esporádicas.
Don Luis me preguntó si sabía el motivo de su migración, a lo que le respondí que lo desconocía y que nunca se me ocurrió preguntárselo a mi abuela con quien conviví cuatro décadas de nuestras existencias, y que a mi abuelo no lo traté ya que murió en 1957, cuando yo tenía un año de edad.
Al escuchar mi respuesta, don Luis simplemente me dijo que sin conocer los detalles que orillaron la salida de mis abuelos del estado, se podría considerar como una hipótesis a comprobar, que a lo mejor habían huido de la guerra cristera, ya que, externó, no había que olvidar que Michoacán fue uno de las entidades más activas en ese conflicto iniciado en agosto de 1926 como respuesta de la iglesia católica a lo que se conoció como Ley Calles, instrumento legal que limitaba las manifestaciones religiosas de carácter público, así como su participación en la educación de los infantes y de los adolescentes.
Por varios motivos, esta historia me ha revoloteado en la memoria durante las más recientes semanas: Primero, el aniversario número cien del nacimiento de don Luis, quien por primera vez vio la luz el 11 de octubre de 1925 en San José de Gracia, Michoacán.
Después, el artero y a todas luces condenable asesinato de Carlos Manzo, edil de Uruapan, Michoacán, el primero de noviembre pasado, así como el uso faccioso y también a todas luces condenable que de este hecho sangriento ha realizado la derecha nacional para sembrar miedo dentro de la población de a píe, y para dar la imagen a nivel internacional de que México es un "pueblo en vilo" en donde, según su discurso, la violencia ha desbordado la capacidad que el Estado tiene para controlarla.
Y aquí, necesariamente se presenta una referencia a don Luis ya que no hay que perder de vista que él en su aportación científica a la teoría de la historia, creó y fundamentó el concepto "Microhistoria", el cual quedó explicado y representado en su máxima obra titulada precisamente "Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia", su tierra natal, en donde expone que lo sucedido en lo local es el reflejo de lo global, para lo cual acuñó otro concepto que aportó a la teoría de la historia: "Matria" que contrasta con "Patria", aunque hoy en día la derecha quiere dar la idea que lo que sucedió en Uruapan es el reflejo de lo que sucede en el país, o sea, aunque desconozcan los conceptos, pretenden decir que lo que pasa en la "Matria" también lo hace en la "Patria".
Y siguiendo con don Luis y lo que sucede hoy en día en el país, hay que hacer referencia a un aspecto relevante: la teoría de las generaciones, y es que en estos tiempos actuales en donde la llamada "Generación Z" ha irrumpido en el espectro nacional, es conveniente traer a la memoria su excelente ensayo titulado precisamente "La ronda de las generaciones" que lleva como subtítulo "Los protagonistas de la Reforma y de la Revolución Mexicana", en donde el historiador simplemente escribe algo que se antoja recordar:
"La vida y la obra sumarísimas de seis tandas de mexicanos selectos que hemos llamado ´pléyade de la Reforma´ o generación de Juárez, ´generación tuxtepecadora´ o compañeros de Porfirio Díaz, ´los científicos´ o camada de Limantour, ´la centuria azul´ o generación modernista, ´los revolucionarios de entonces´ al estilo de Obregón y Vasconcelos, y los ´revolucionarios de ahora´, o equipo generacional de 1915 al que pertenecen Cárdenas y Cosío".
Y digo que se antoja recordar el párrafo anterior ya que también se antoja preguntar quién o quiénes serían los "mexicanos selectos" que representan a la "Generación Z" y que pasarán a la historia como lo hicieron los representantes de las seis generaciones que don Luis González y González estudió.
¿Acaso serán el líder juvenil del PRI, diputado Carlos Gutiérrez Mancilla; o Juan Pablo Sánchez Gálvez, hijo de Xóchitl Gálvez; o el par de juniors predilectos de la derecha mexicana: Ricardo Salinas Pliego y Claudio X. González?
Sólo pregunto, que conste.