«El primer día, uno es un huésped, el segundo una carga y el tercero una plaga».
Jean de La Bruyère
En el campo, en los ranchos y hasta en nuestros propios hogares acecha un enemigo invisible que amenaza la vida de los animales de sangre caliente: el gusano barrenador del ganado ( Cochliomyia hominivorax). Aunque su nombre pueda sonar lejano o poco familiar, estamos viviendo una plaga de ellos en Centroamérica y, más recientemente, en México. Su presencia puede estar mucho más cerca de lo que imaginamos, y su impacto es devastador.
Este parásito es la larva de una mosca con un comportamiento inusual y destructivo. A diferencia de otras especies, que depositan sus huevos en materia orgánica en descomposición, esta mosca busca heridas abiertas en animales vivos, incluso tan pequeñas como una picadura o un rasguño, para desovar. Una vez que las larvas nacen, comienzan a alimentarse del tejido vivo del animal, penetrando profundamente, provocando infecciones severas, dolor extremo y, si no se atiende a tiempo, la muerte.
El gusano barrenador no tiene predilección por ninguna especie en específico. Afecta al ganado bovino, caballos, cerdos, ovejas, mascotas como perros y gatos, e incluso a la fauna silvestre: venados, jaguares, coyotes, tejones, coatíes y aves pueden ser víctimas. Para los animales salvajes, la situación es especialmente crítica, pues la falta de atención médica los condena a una muerte lenta y dolorosa. Además, altera el equilibrio ecológico y pone en riesgo especies en peligro de extinción.
Este no es un problema aislado o exclusivo del campo. La infestación por gusano barrenador tiene implicaciones económicas, ecológicas, sociales y de salud pública. En Sudamérica, miles de animales mueren cada año por esta causa. En zonas ganaderas, cada caso representa pérdidas económicas: disminución en la producción de carne o leche, gastos veterinarios y, en muchos casos, la pérdida total del animal. Para los pequeños productores, esto puede representar la diferencia entre sostenerse o quebrar. Y, por si fuese poco, aunque los humanos no somos su huésped natural, existen casos documentados de miasis (infección con larvas) en personas, especialmente en zonas rurales con acceso limitado a servicios médicos.
En México, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) ha liderado con éxito campañas de erradicación mediante la Técnica del Insecto Estéril (TIE). Esta innovadora estrategia consiste en criar masivamente machos de la mosca, esterilizarlos con radiación y liberarlos en zonas estratégicas. Al aparearse con hembras silvestres, no dejan descendencia, lo que reduce drásticamente la población en cada generación. Gracias a este método, México logró mantenerse libre del gusano barrenador durante décadas en muchas regiones. Sin embargo, reintroducciones recientes (probablemente originadas por el movimiento no controlado de animales infectados desde Centro y Sudamérica) amenazan con revertir todo ese esfuerzo.
La participación ciudadana es fundamental para combatir esta plaga. Cada persona puede convertirse en un vigilante activo y evitar que un caso aislado se convierta en un brote incontrolable. Por ejemplo, revisando con regularidad si algún animal bajo cuidado (perros, gatos, caballos, vacas, ovejas) presenta cualquier herida. En caso de que sí, es importante limpiarla con agua limpia y jabón neutro o solución salina estéril, así como retirar la suciedad, pelos contaminados o tejido muerto y aplicar un antiséptico veterinario o cicatrizante con repelente de moscas. También hay que estar al tanto de los signos de alarma: mal olor, secreciones, larvas visibles o cambios de comportamiento (como que se laman mucho una zona o dejen de comer).
Si se observa un animal con larvas en una herida, es crucial reportarlo de inmediato al SENASICA, a la Secretaría de Medio Ambiente o a un veterinario. Se puede marcar al teléfono 800 751 2100 o usar la aplicación AVISE del Gobierno de México. Si se trata de fauna silvestre, lo correcto es contactar a las autoridades o centros de conservación y no intentar capturar al animal por cuenta propia. Por supuesto, es importante difundir esta información, involucrarse y colaborar con las autoridades.
Esto lleva a otra obviedad: las autoridades y el gobierno también deben asumir un papel proactivo y serio en el combate de esta plaga. La invasión del gusano barrenador compromete la sustentabilidad del país. De tal modo, es importante generar estrategias para contenerlo, ejecutarlas con propiedad, invertir en la tecnología y no desviar la atención ni la importancia que merece este fenómeno. Independientemente de su origen o de los culpables de que haya llegado a México, es una crisis que se debe tratar.
El gusano barrenador del ganado representa una amenaza real. Por fortuna y desdicha, no es la primera vez que aparece y ya existen los conocimientos, las herramientas y la experiencia para erradicarlo. Lo que falta es una red de ciudadanos vigilantes, que observen, reporten y actúen; esto junto con instituciones que respondan a la emergencia. Cuidar de nuestros animales es también cuidar de nuestra biodiversidad, nuestra economía y nuestra salud.
(jorgequirozcasanova@gmail.com)