«Y si quieres también puedo ser tu trapecio y tu red [...], o tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento».
Joaquín Sabina
Si bien el aburrimiento es y ha sido una experiencia humana universal y un tema de reflexión desde la antigüedad, su importancia ha crecido notablemente en la actualidad. Sin embargo, con el tiempo, el enfoque de la investigación ha pasado de examinar las diferencias estáticas e individuales en la propensión al aburrimiento a explorar los aspectos dinámicos y funcionales del aburrimiento, como los procesos cognitivos y afectivos que subyacen a las experiencias de aburrimiento.
El aburrimiento suele dividirse en dos tipos, según su temporalidad y sus implicaciones. Por un lado, el aburrimiento «temporal» es el que se vive en lapsos breves y aparece como consecuencia de la falta de estímulos. Es el que se experimenta típicamente cuando decimos estar aburridos. Por el contrario, el aburrimiento crónico o «persistente» supone un hastío acumulado y es un estado de desgano y falta de interés que prevalece durante períodos màs largos. Puede verse como un aburrimiento del estilo de vida, no solo de una actividad.
Un estudio reciente (Weiss et al. 2022) examinó el impacto del aburrimiento temporal y el aburrimiento persistente en la salud mental y el consumo de sustancias durante la pandemia de COVID-19. Los hallazgos revelaron que las personas con alto aburrimiento persistente se asociaron con un empeoramiento de la salud mental y conductas de mayor riesgo. Por el contrario, niveles elevados de aburrimiento temporal, no predijeron resultados igualmente negativos.
Algunos investigadores han propuesto que el aburrimiento temporal es una emoción funcional que informa y regula el comportamiento. Específicamente, el aburrimiento señala una situación insatisfactoria y, al mismo tiempo, motiva a perseguir una nueva meta cuando la actual ya no es satisfactoria, atractiva o significativa.
Lidiar con el aburrimiento ha sido un gran desafío en la vida cotidiana. Desde una perspectiva psicológica, se ha conceptualizado el estrés no como el estímulo ambiental en sí mismo, sino como una interacción entre el individuo y el entorno, lo que da pie a realizar la lucha en dos frentes: tanto con acciones dirigidas a abordar la causa raíz del estrés, como con esfuerzos para regular las emociones. En consonancia con esta perspectiva, el afrontamiento del aburrimiento se ha caracterizado por dos tipos de estrategias: el afrontamiento conductual orientado externamente y el afrontamiento cognitivo orientado internamente.
La estrategia externa se centra en intentar cambiar la propia situación aburrida, mientras que la estrategia interna implica regular las emociones negativas, modificar la percepción de la situación y encontrarle un nuevo significado. Por ejemplo, un estudiante puede recordarse a sí mismo que, aunque una clase de matemáticas le parezca aburrida, es esencial. Este auto-recordatorio es capaz de alterar la percepción del estudiante sin cambiar las circunstancias objetivas, lo que conduce a una reducción del aburrimiento. Caso contrario, un estudiante puede solicitar al profesor tareas más interesantes. Es posible que, incluso si su demanda no se cumple, cambie la situación por el simple hecho de hacer saber al profesor que los estudiantes están aburridos, lo que lleva a modificaciones en la clase.
Las estrategias de afrontamiento, como la reevaluación, pueden ser especialmente importantes para aliviar el aburrimiento, sobre todo en la educación, ya que tienen el potencial de mejorar el valor percibido de la situación o el contenido. Además, investigaciones han indicado indirectamente conexiones entre el afrontamiento del aburrimiento y la creatividad. Por ejemplo, en un artículo tomaron como ejemplo cortar el césped. Si bien cortar el césped suele considerarse una tarea muy monótona y aburrida, explican que es posible obtener un disfrute intrínseco identificando elementos lúdicos dentro de la propia tarea, estableciendo reglas para su realización, imaginando que se está cortando algo más que césped, creando patrones circulares o en zigzag, o concentrándose en el ritmo de los movimientos físicos. Además, enfatizaron que afrontar el aburrimiento implica no solo generar imágenes o acciones potenciales, sino también seleccionar creativamente aquellas que sean constructivas y propicien estados de ánimo positivos.
El aburrimiento, como tantas cosas, es un fenómeno que conjuga el ambiente y la percepción; de modo que una parte de él la podemos controlar. Y aunque no siempre es grato, es necesario. Es un motor de cambio y una antesala a una explosión de cratividad. Por eso no hay que ignorarlo ni escapar de él con ruidos, imágenes y sus combinaciones: es un llamado del subconsciente. Cada vez es más difícil permitirse un momento de aburrimiento entre tantos estímulos, y eso se refleja en el menor ejercicio de la reflexión y la imaginación. Aprender a afrontarlo de forma directa y activa, modificando el entorno y la resistencia mental, es atacar la causa, no huir.