«Sensación de estar perdiendo mucha sangre por alguna herida que no ubico».
Alejandra Pizarnik
La hemoterapia es el tratamiento de enfermedades mediante el uso de sangre o hemoderivados provenientes de donaciones, ya sean autólogas o de terceros. Esta disciplina es crucial en el manejo de enfermedades hematológicas, trastornos hemorrágicos y diversos tipos de cáncer. Cuando se habla de hemoterapia, es común que la primera palabra que venga a la mente sea "transfusiones", y con buen criterio, pues la transfusión de hemoderivados representa la principal actividad de los profesionales involucrados en esta área. Sin embargo, en años recientes se han desarrollado una variedad de técnicas y modalidades que merecen atención, pues han hecho estos procedimientos mucho más seguros, eficientes y versátiles.
La hemoterapia no transfusional ha incrementado tanto en número como en complejidad, especialmente en centros con programas de trasplante de órganos y terapias con células madre hematopoyéticas, y se espera que esta tendencia continúe en crecimiento.
La aféresis consiste en la separación de los componentes sanguíneos (como plasma, glóbulos rojos, plaquetas o leucocitos) para su manipulación específica, mientras que el resto de la sangre se devuelve al organismo. Las aféresis se denominan según la fracción de sangre empleada. Por ejemplo, la plasmaféresis terapéutica (o intercambio plasmático) es un procedimiento en el que se extrae sangre del paciente para separar el plasma de los elementos celulares y sustituir el plasma por una solución de reemplazo. Introducida en la década de 1950, esta técnica se emplea principalmente en enfermedades renales (62 %), hematológicas (16 %) y neurológicas (9 %), presentando una baja incidencia de efectos adversos (3 %), en su mayoría leves. Su objetivo es eliminar rápidamente componentes plasmáticos dañinos implicados en enfermedades autoinmunes, hematológicas, neurológicas, renales, metabólicas o intoxicaciones.
Otra técnica relevante es la aféresis de lipoproteínas de baja densidad, diseñada para eliminar selectivamente lipoproteínas aterogénicas, especialmente el colesterol LDL. Se ideó en la década de 1970 para casos graves de hipercolesterolemia familiar y, aunque su uso disminuyó tras la aparición de inhibidores de PCSK9, sigue vigente para pacientes con niveles elevados de lipoproteínas sin respuesta a tratamientos farmacológicos. Su finalidad es reducir de forma inmediata y drástica los niveles de LDL-colesterol y lípidos en pacientes con riesgo cardiovascular muy alto.
La fotoaféresis extracorpórea combina un tratamiento celular selectivo con exposición a radiación ultravioleta (UVA) para modular la respuesta inmunitaria. Está indicada en el tratamiento de la enfermedad injerto contra huésped (aguda y crónica), y busca modificar la respuesta inmune para controlar enfermedades en las que el sistema inmunitario está sobreactivado o ataca al propio organismo. En lugar de irradiar toda la sangre, se inactivan puntualmente las células responsables del problema.
Fuera de estas técnicas, la inmunoadsorción específica de antígeno ABO, técnica implementada partir de la década de 1980, permite eliminar anticuerpos contra los antígenos del sistema ABO en sangre, facilitando trasplantes renales entre donantes y receptores con grupos sanguíneos incompatibles. Aunque fue sustituida por el recambio plasmático debido a su complejidad y resultados inconsistentes, su finalidad sigue siendo reducir los niveles de isoaglutininas para prevenir el rechazo postrasplante.
Adicionalmente, las autovacunas, elaboradas a partir de microorganismos aislados del propio paciente y luego inactivados, se usan para estimular una respuesta inmune concreta. Sobre todo, ha sido relevante en la veterinaria para infecciones crónicas cutáneas y recurrentes. No obstante, sigue en estudio, pues su eficacia no siempre está respaldada por experimentos controlados.
Finalmente, el plasma rico en plaquetas, obtenido del propio paciente, contiene una alta concentración de plaquetas que liberan factores de crecimiento, favoreciendo la regeneración tisular, formación de vasos y cicatrización. Se emplea en lesiones tendinosas, ligamentarias, úlceras difíciles y osteoartritis. Es un procedimiento de bajo riesgo y mínimamente invasivo, aunque su eficacia depende de la calidad del concentrado y la técnica de preparación.
Dada la importancia de la hemoterapia, es normal preguntarse cuántas personas en México, de hecho, donan sangre. Según un artículo de la UNAM, en 2023, apenas 12 personas por cada 100,000 habitantes donaron sangre de forma altruista. Añaden que fue la subregión con la cifra más baja de América Latina y el Caribe. Entonces, en caso de tener la oportunidad, en temas de salud, edad y peso, merece la pena tomarse el tiempo de donar sangre en cuanto haya oportunidad; si es con regularidad, mejor.
La hemoterapia ha evolucionado más allá de la simple transfusión, incorporando técnicas avanzadas que permiten tratamientos específicos y personalizados para diversas enfermedades. Estas modalidades no transfusionales, en constante desarrollo, ofrecen alternativas terapéuticas innovadoras con menor riesgo y mayor eficacia en el manejo de patologías complejas. Su tendencia es a seguirse desarrollando, y nos recuerdan cuán importante y compleja es la sangre como órgano. Por lo mismo, es del interés de todas y todos que los bancos de sangre se mantengan funcionales y suplidos. Basta buscar en internet cómo ser un donante para recibir las instrucciones de dónde, cómo y cuándo hacerlo. (jorgequirozcasanova@gmail.com)